miércoles, julio 25, 2007

FUNDACIÓN PLENILUNIO EN ROLDANILLO



PLENILUNIO EN EL XXIII ENCUENTRO DE MUJERES POETAS COLOMBIANAS DE ROLDANILLO


La Fundación Plenilunio participó desde el 18 de julio de la fiesta del XXIII Encuentro de Mujeres poetas Colombianas en el Museo Rayo de Roldanillo, Valle. Cerca de 200 poetisas acudieron a la cita anual que hacen los esposos Águeda Pizarro y Omar Rayo. El Encuentro es una fiesta por la alegría de todos, por el ambiente de camaradería, por la eterna sonrisa de Águeda cuando escucha y aplaude a cada poetisa por nueva y principiante que sea, por la música de los Grupos de Guambía y de Mujeres del Patía, por la fuerza de la voz de las representantes de la poesía negra.


Se presentó el primer día un grupo ya grande de poetisas de la ciudad anfitriona, entre las que se destaca María de los Ángeles Popov y luego fueron desfilando en el orden que Juan José Madrid, Director del Evento llama a quienes previamente se inscribieron. La cámara de PLENILUNIO captó algunos de esos momentos.


Sesiones siempre esperadas son los recitales de las "Almadres", las poetisas así bautizadas por Águeda como Meira del Mar, Gloria Cepeda, Marga López y Olga Elena Mattei este año, el recital de las voces negras de Elcina Valencia, Mary Grueso, María Teresa Ramírez y Lucrecia Panchano, la conferencia sobre Traducción de Poesía a cargo de Águeda Pizarro, Aurora Arciniegas y Laura Lee, la presentación de la obra de teatro sobre la vida de Emily Dickinson, y la premiación del Concurso Ediciones Embalaje en las personas de : Mención para : Rocío Alejandra Santacoloma, Tercer Premio, sin edición, para : Martha Cecilia Plaza, Segundo Premio, sin edición para : Hilda Inés Pardo, Primer Premio, sin edición para Yolanda de Tenorio y Gran Premio, con Edición, con libro "Epimeleia Heautou", Inquietud de sí, para la la nueva estrella naciente en la poesía colombiana : Gloria María Bustamante Morales.


Se hicieron presentes poetisas, como la académica incansable Guiomar Cuesta Escobar, apuntadora y guía certera, y muchas otras que poco a poco han ido mostrando quilates de calidad como Gabriela Santa, Mercedes Mejía, Martha Patricia Meza, Gloria María Medina, Beatriz de Castelblanco, Piedad Morales, Ruby Bermúdez, Martha Quiñones y jóvenes promesas como Liliana Noreña Marín, Camila López Velásquez y Astrid la de La Ceja con su velo negro.



La figura joven y la palabra vibrante de Gloria María Bustamante Morales se constituyó en estrella fulgurante en el cielo de la poesía en el Encuentro XXIII



Águeda Pizarro, alma y maestra del Encuentro



Gloria Cepeda Vargas inició los recitales de las Almadres. Hizo estremecer a los asistentes con su poema "Enmanuel"



La Almadre laureada Marga López Díaz embrujó de nuevo con su estilo a la luz tenue de las velas

La eterna juventud de la Almadre Olga Elena Mattei con nuevos poemas

Meira del Mar puso de pie al Museo Rayo por largo rato ante la grandeza de su palabra hecha fuerza, ternura y recuerdo


Gloria María Bustamante lee su vibrante texto sobre Qué es escribir y sus poemas. Su lectura se convirtió en la apoteosis del Encuentro que será difícil de superar. Ver al final sus textos.


Yolanda de Tenorio, quien leyera por primera vez en público en Plenilunio consiguió Primer premio, sin edición por su libro : "Versos de amor y odio"


Hilda Inés Pardo, de Popayán, mereció Segundo Premio, sin edición, con su libro "Las arenas de la noche"

Martha Cecilia Plaza, Tercer Premio, sin edición, lee en Roldanillo


Rocío Alejandra Santacoloma, ganadora de la Mención lee poemas cortos y profundos


Lucrecia Panchano trajo poesía con nuevo ropaje y voces diferentes


Gabriela Santa dió comienzo a una tarde inolvidable


Mercedes Mejía, señora de la poesía.


Gloria María Medina, de PLENILUNIO, con su voz y su trabajo trajo magia y color. Finaliza su recital con un poema del libro inédito : "Valle de Presagios". Expuso el cuadro "El Mago" de Carlos Humberto Murillo.


Beatriz de Castelblanco, se ganó el aplauso general con sus sonetos


Piedad Morales siempre sorprende gratamente con su estilo y profundidad


Luisa Aguilar, directora del Encuentro Mujeres poetas de Antioquia, lee.

Lucero Restrepo Cuartas lució unos picantes y rápidos versos


Martha Quiñones, joven de alto vuelo y arraigo en la realidad social.

Martha Patricia Meza, lanzó su libro "Poemas de Piedra" traducidos al inglés por la Maestra Águeda Pizarro.

TARDE DE POESÍA NEGRA


En el Recital de la poesía negra lee Elcina Valencia


Mary Grueso, La mujer grande de la poesía negra


María Teresa Ramírez, con su nuevo trabajo sobre el lenguaje Palenque en la poesía negra mostró una nueva faceta de su tronante personalidad

Ver video http://www.youtube.com/watch?v=Q9fqoMWx2hk


Elisa Posada de Pupo, de Plenilunio


Joven voz y de gran futuro, Liliana Noreña Marín

Margarita Rosa Patiño Arbeláez, del Grupo Plenilunio


El Maestro Omar Rayo, de gran fortaleza y vitalidad posó con los integrantes de la Fundación Plenilunio que participaron en el Encuentro.



La Fundación Plenilunio en Roldanillo. Margarita Rosa Patiño, Leopoldo de Quevedo, Adassia Ghelman, Gloria María Medina, Juan José Madrid y Elisa Posada de Pupo.



Radiante Gloria María Medina de Plenilunio posa con Gloria María Bustamante, flamante ganadora del Gran Premio del Concurso Ediciones Embalaje, 2006, del Museo Rayo


María de los Ángeles Popov, joven figura de la poesía erótica roldanillense y colombiana.

TEXTOS LEÍDOS POR GLORIA MARÍA BUSTAMANTE MORALES

EN SU RECITAL DE RECEPCIÓN DEL GRAN PREMIO CONCURSO EDICIONES EMBALAJE


21 de Julio de 2007

EN OCASIÓN DEL PRIMER PREMIO EDICIONES EMBALAJE-MUSEO RAYO

Mi amiga Gloria Amparo que busca su raíz, en las raíces de las palabras, dice que escribir viene del latín scribere que significa rasgarse.

No es por la gracia de una mágica iluminación que se es poetisa, no es por una aptitud de manipular los verbos o por una conquista de las consonantes. Es por un viaje interior de donde se extraen pedazos de carne que cuelgan de las letras y se ponen a secar en el papel de la conciencia. Es por una herida que fluyen las vocales, es en la esquina más aguda del miedo donde habitan o en el estado más enamoroso donde se escenifican: teatrales, ficticias, suicidas y luego como si nada lazaras.

No es por estética pura que uno se hace o se es, en los poemas, es por terca permanencia en el abismo, es por volar de pie sobre él, es por probar de su tierra fértil, por volver a los huesos de las otras, de esas que somos y que no callan.

Si no se es la palabra, entonces se es la tinta o el papel…Pero se es, fecundada por ellas, en una inesperada relación de sentidos, “que se nos revela por la espalda, pues aunque las hallamos expulsado tantas veces por la puerta, entran por la ventana”[1]y nos acosan por trasmutar esas fuerzas dispersas de la creación de sí.

Duele escribir y no escribo para que me duela más, pero tampoco me duele menos, es un dolor poblado de millones de ojos, es el temblor de sentirse observada por la escritura y en ella amenazada por sus preguntas. La poesía está en los ojos, son ellos estos palitos de las eles, estos puntitos de las íes, son cuerpos con cara de letras que me acosan a vivirme o a morirme según mi despojo.

No es por la fama que uno se hace poetisa, pues este oráculo no es un oficio, ni un espectáculo de risa, ni de drama, es una mística consumación de uno mismo, de esa que se es con ella y con la otra que es la misma pero distinta.

Escribir es una hoguera de chispitas empinadas en los ojos que rojos se incendian de verdor, de lucidez, de locura, de discrepancia, de ceguera o de amor. Escribir es abrirse por dentro, remover la tierra subterránea, volver a crear lo inasible y regresar del país del nunca jamás o resistir en él.

Escribir también es silenciarse. Pues el silencio es un preludio de apertura a la revelación. Y se es en todo caso una subjetividad escribiente, que se oye a si misma y se consume en su propio decir.

Es por el regreso a casa que escribo.

La inquietud de si, implica una nueva experiencia del yo, de lo cual tengo conciencia desde los 10 años, gracias a un diario que me regalo mi madre en el que me auto narraba: Podría decir que me vigilo desde esa edad con la palabra escrita.

La inquietud de sí o la epimeleia heautou es descrita por Foucault como: “una especie de aguijón que debe clavarse allí, en la carne de los hombres, que debe hincarse en su existencia y es un principio de agitación, un principio de movimiento, un principio de desasosiego permanente a lo largo de la vida”[2].

Por eso esta Epimeleia Heautou no es un título de un libro, es una criatura que me acosa y me escribe desde dentro, hostigándome, perdonándome, acogiéndome en sus letras como en un nido de palabras que me exigen y me atan desatándome frente al espejo.

Viajo por una palabra o una frase en rasgadura al fondo, pero cuando la encuentro regreso a la superficie, su peso es más liviano que yo misma y me devuelve con su estética, el aire. Por eso no he podido morir ni siquiera de palabras, me asfixian pero siempre me regresan del hades, como Perséfone que ascendió entre las palabras de su madre, enredada en sus conjuros húmedos y helados. ¿Será Demeter, la poesía que me subjetiva, me regresa y me nace? ¿Será el hades un viaje obligado para buscar las conjugaciones? ¿Cuánto habré de excavarme por un verso?

La palabra premio podría descomponerse como pre-mío es decir antes de ser mío, por eso este pre-mío:

Una aguja que nos remiende por dentro
Una puntada solidaria, una aleluya de fiesta niña.
Un par de zapatos nuevos
Una gota de risa en el desierto
Un principito de país resucitado
Y un fincipito a la sombra que desconoce la sombra.

El premio un final de simas y aullidos,
un terco horizonte que camina,
una mesa plural,
un Llorente de floreros secos,
un besaje (un masaje de besos)

El premio un bálsamo a esa niña triste que me habita,
que soy y que me existe,
A las palabras, no a mi que sólo conduzco el lapicero,
A ellas que se pertenecen y se autodirigen.
A ellas este premio por su arrogancia y su fuego, su persistencia en decirme, por disfrazarme de mi misma, por estrecharme de adjetivos, por despielarme las pestañas mudas del adormecimiento.

Yo y este vaso de recuerdos,
Yo y este ego aún indomado de misterios
Yo y esta nocturna ola de suicidios viejos.

El premio a las mujeres que soy y que celebro: A mi abuela por remendarme sin saber tantos naufragios, a Mi madre por transmitirme el fuego que me arde aquí por dentro, a mi tía por acompañar desde el amor mis letras, a mis amigas por sobrevivirme las muertes cotidianas.

El premio a los amores que se fueron, a los amores presentes que evitaron irse y a los amores en el presente que también se irán, a los niños, niñas y mujeres empobrecidos/as por permitirme la vergüenza, de verlos y verlas vivir sin asomo de muerte, felices en lo pequeño, en lo que transcurre callado, silencioso... a ellos y ellas por permitirme la vergüenza de los ojos de su espíritu, de su sapienza pequeñita y sustancial.

El premio a Marga y a Águeda por tendernos hilos para hacer puntadas de palabras y estremecer esta Patria de fusiles derrotados, siempre derrotados aunque insista en falsas victorias de cementerios improvisados.

El premio: una niña chiquita que se ríe aquí por dentro,
un origen que nombro y al que me aferro.

Muchas Gracias.
Gloria Maria Bustamante Morales


[1] Rocha Alex, Poéticas de la diversidad sexual y violencia en la Obra de Jóse Manuel Freidel, A partir de la obra: ¡Ay! días Chiqui. Ponencia, Medellín, 2006. Pág. 11

[2] [2] Foucault Michel, “La hermenéutica del sujeto”, Fondo de Cultura Económica, México, 2002, pág. 24.


Para comenzar la lectura de poemas quiero leer un epígrafe de Vicente Huidobro, pero antes hacer una aclaración para escuchar los poemas:

Léase, en este caso, escúchese: Poesía no poseía.

“Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía. Un poema es una cosa que será. Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser. Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser”
Vicente Huidobro

A-LAS ESCONDIDAS

A todas aquellas mujeres: hijas, hermanas, esposas de hombres que hacen la guerra.

“ Miguel, tú te escondiste una noche de agosto, pero en vez de esconderte riendo, estabas triste y tu gemelo corazón de esas tardes extintas, hoy se ha aburrido de no encontrarte....Oye, hermano, no tardes en salir, puede inquietarse mamá.”

César Vallejo
1, 2, 3, 4, 5 contábamos hasta 100
para escoger el mejor escondite.

Primero te escondiste
en una botella de alcohol
pasaste tanto tiempo allí
que luego no podías salir a libertarte,
pero la tribu te halló.

1,2,3 hasta 50
para que fuera más fácil hallarnos.

Nosotras
encontrábamos el regreso,
tú hermano nos habías enseñado
estrategias de hadas,
moralejas de cuentos
para libertarnos.

Tú, otra vez perdido,
te escondiste en una sima larga
cobijado por sombras, fusiles y derrotas.

Ronca mi alma de gritar:
1,2,3 libre por mi hermano
y no volvías del juego,
1,2,3 libre por mi hermano
y la calle pequeña se volvía un largo tren inmóvil,
deshabitado.

1,2,3 libre por mi hermano
y las horas en espera
repasaban los cuentos infantiles,
tu sonrisa ancha como estos días sin ti
y ni el recuerdo podía traerte.



1,2,3 libre por mi hermano
y el silencio de tu ausencia
se volvía el quejido del mundo,
un parto en guerra,
un hechizo mal logrado.

1,2,3 libre por mi hermano,
1,2,3 libre por mi hermano
y la calma se reventó de angustia,
y la vida: un circo, un equilibrista,
y mi necesidad de tu mano, hermano:
una lejanía en miedo,
una distancia en fuego,
un funeral de odios arrugados.

Con miedo de no hallarte más,
Ya no te busco,
Sigo cuidando de ti
en las razones que te quedan para salir.

Cuándo volverás de tu guarida
a enseñarnos a vivir sin escondernos?

El juego aún no termina,
cada vez te buscaremos menos
con la esperanza de verte victorioso
regresar corriendo,
encontrado de ti mismo
y gritando:

1,2,3 LIBRE POR MI!

LOS DESAPERCIBIDOS....LOS DESAPARECIDOS


Los desaparecidos golpean a mi puerta,
Me esperan en su desierto,
Sus tumbas desconocidas me rasgan los oídos,
Sus apellidos Colombianos me despintan las montañas,
Su súplica y rezos me dilatan la sangre.

Soy por ellos sin pasaporte,
sin cédula,
sin himno,
No soy de este campo de batalla,
soy de cuando eran voz,
futuro en sus hijos,
grito pacífico,
hormiguero, colmena.

Sus manos amarradas
me acarician en cárcel,
Dejados solos,
vacíos,
después del grito,
desnudos,
Tendrán frío,
llamarán a su madre,
ahora convertida en tierra,
los abrazará,
Los vestirá con su manto café oscuro,
se apiadará de su despojo.

Los desapercibidos están por todas partes,
muchos caminan por mis ciudades,
bajan por las veredas,
invisibles,
algunos,
bastantes,
son niños barrigones,
de pelo de cabuya y ojos amarillos,
andan desaparecidos entre latas y plásticos,
en los buses vendiendo su existencia.

Los desapercibidos tendrán hambre
se acostaron llorando con los dientes de las tripas apretados.

Los desaparecidos Tendrán sed,
se fueron con sed de cobija
Y vienen cada noche a beber de mis lágrimas!!!

AL GUARDADOR DE LAS SOMBRAS.

Mi padre
guardador de las sombras,
garganta silenciada de cuchillos,
temeroso mago del sombrero
por donde salen ciegas las tortugas.

Mi padre
nostálgico no-lamento
instalado en su pupila,
por donde entro y lo acurruco
como a mi hijo no parido,
y jugamos los dos al caballito,
sin palabras,
hasta cicatrizar otra batalla no enfrentada,
otra huída triunfal,
otra sobrevivencia
a costa de la mutilación de un vuelo.

Mi padre
que siempre vino de lejos,
como príncipe de cuentos
y que nunca me abrigó su olvido,
sola yo lo lloré hasta desamarrarlo entero,
pero él nunca supo volar,
sus pies pesantes como hierro fijo
en las faldas de dos únicas mujeres
cuya infidelidad lo repite,
lo signa,
lo llena de silencios
y le muerde como perro furioso el pensamiento.

Mi padre
noción de la cruz,
cuantas veces he subido a desclavarte,
pero tu miedo es martillo feroz que se repite
en tu cada vez mas añeja soledad.

Padre,
de qué crucifixión estoy parida?
cuantas cruces me sobrevienen de tu apellido torturado de sí mismo?

Mi padre y yo
jugamos al caballito
en el olvido de sus ojos.

Mi padre.

DERCY
A Dercy, niña de 11 años, de ojos en ruinas,
Victima, como yo, como tantas, de abuso sexual.
Dercy
decí, decí:
Por qué esos ojos de pichón muerto?

Y tu voz, Dercy, decí
Quién te la cremó
y ahora en cenizas huye al viento?

No la alcanzo,
no palpo su dolor adormecido,
su denuncia rota en miedo.

Dercy, decí
En qué página de tu cuerpo
reposa inconclusa
la plana: “ mi mamá me ama”?
Por tus ojos
resbalan los huesos
de otras, como tú, como yo
que ya no dicen Dercy.

Y este amor entre nosotras
a razón de nada,
de una historia muda,
de cicatrices encerradas
que tallaban en abrazos
una corriente larga,
fangosa, empedrada.

Tus ojos en grito
y mi intuición acorralada
por tu garganta en púas.

Ahora:
Tus palabras
que reposan en la ausencia.
un cuento sin final feliz
y mi certeza que te busca
con un:
Dercy:
DECÍ !

IGNACIA (Gloria Maria Bustamante Morales)

SEMBLANZA

Gloria Maria Bustamante Morales, nace en Medellín el 17 de Agosto de 1968. Es Psicóloga, Magíster en educación y desarrollo comunitario, diplomada en cooperación internacional. Es fundadora y Directora de la Corporación Educativa COMBOS, una ONG de trabajo por los derechos de la niñez y las mujeres.

Escribe desde que tenía 10 años, pero poesía desde hace 15 años. Tiene varios libros inéditos. Ganó el segundo puesto en el concurso de poesía “Meira del Mar” que realiza la Corporación Mujeres poetas de Antioquia en el 2005 y el primer puesto en el Concurso nacional de poesía de ediciones Embalaje, con el libro Epimeleia Heautou, “La inquietud de sí”, en el 2006.