lunes, octubre 06, 2008

ENCUENTRO No.55 HOMENAJE AL POETA ALFREDO OCAMPO ZAMORANO



FUNDACIÓN PLENILUNIO,
EL CENTRO CULTURAL COMFENALCO, VALLE y

SIESA, SISTEMAS DE INFORMACIÓN EMPRESARIAL, S.A.

ENCUENTRO No. 55 CON LA POESÍA, LA MÚSICA Y LA PINTURA
Y AL LANZAMIENTO DE LA REVISTA PLENILUNIO No. 25
EN HOMENAJE AL POETA CALEÑO
ALFREDO OCAMPO ZAMORANO


Leyeron poemas :

JOHN FREDY CAMPO AMPARO FORTALECHÉ
MARÍA EMILIA VÉLEZ DE GÓMEZ HÉCTOR EDUARDO LUNA HURTADO
MARÍA TERESA CASAS F. LUIS ESTEBAN PATIÑO CRUZ
YOLANDA DELGADO DE TENORIO

Concertino de Gala:
JOHN FERNANDO ZAPATA, Barítono y
DANIEL GUTIÉRREZ al piano.

Muestra pictórica
Maestro CÉSAR AUGUSTO BARRANTES ROJAS

Lugar : Centro Cultural Comfenalco, Valle

Calle 5 No. 6-63, Torre C, Mezzanine
Sábado 4 de octubre de 2008
6:30 p.m.

Entrada libre - Copa de vino


El poeta caleño, Alfredo Ocampo Zamorano, protagonista en la noche del sábado 4 de octubre, en el homenaje que la Fundación Plenilunio y los 160 asistentes le rindieron
Mesa principal al comienzo del evento mensual de los primeros sábados de mes en el Centro Cultural Comfenalco, Valle. Aparecen de izquierda a derecha, los poetas Yolanda Delgado de Tenorio, el Director de la Fundación Plenilunio MiltonFabián Solano, María Teresa Casas F., el homenajeado poeta caleño Alfredo Ocampo Zamorano, el joven universitario John Fredy Campo, la joven Amparo Fortaleché, María Emilia Vélez de Gómez y Luis Esteban Patiño Cruz.
La maestra de ceremonias, Gloria María Medina Jiménez, saluda, presenta la actividad y agradece a Comfenalco, a Sistemas de Información Empresarial, S.A., Siesa, y a todos los asistentes su aporte a la realización de estos eventos y a la edición de la Revista Plenilunio
El Fundador y Director de la Fundación Plenilunio Milton Fabián Solano saluda a los personajes que nos acompañan en el Evento. Asistieron Ana María Casasfranco, de Siesa, las poetisas Amparo Romero Vásquez, Adela Guerrero Collazos de la Fundación de poetas Vallecaucanos y Guiomar Cuesta Escobar esposa del homenajeado y directora de Apidama, Ediciones.
El estudiante universitario JohnFredy Campo lee tres poemas en la noche de gala en honor al poeta Alfredo Ocampo Zamorano
JOHN FREDY CAMPO

HÉROE

Se dice que en el monte
habita un caballero
de mugres fachadas y humildes palabras
de tosca apariencia e intimidante estirpe

Vive en castillo de bareque y cuna de mosquiteros
sobre el lodazal se erige su reino
Aguas empozadas custodian los secretos

Allí las moscas son salvajes depredadores
las nubes tienen el aroma del sahumerio
y el caldero huele a leña más que a carne

Tras murallas de estiércol
se encuentra su sequito
Una fortaleza de sapos custodia los reinos

De noche llegan los bárbaros
y en nombre de la muerte
reclaman el reino.

Pueblo de caballeros
ahora errantes
se dice que vivieron felices
en algún lugar del monte.

***

Sobre el cielo un tráfico apremia
hoy galaxia
mañana polvo de estrellas
Ignoro el suceso
sólo siento el aire que respiro
y un ancla de carne que cortó mis alas
¿Por qué no fui deriva?
¿Anárquica acción?
Flotar como pluma
sentir el infinito
no es causalidad
Unos pocos acudieron al evento
y lo vieron sin haberlo vivido
En el confinamiento veo el resplandor,
lo eterno ante mis ojos, revive la fantasía
la nostalgia de un exilio de millones de años Luz.

Un fuego amigo invadió la ciudad
De plomo cruzo mis entrañas
Lo único que pudo escapar fue la sangre
y con ella mi existencia

Ay, de los míos,
Migrarán con mi ausencia
¿Sobrevivirán al destierro?

Tal vez…

Una árida parcela pueda
calmar la amistad
y los testigos sabrán callar
con unos cuantos muertos.

***
Cada pliegue anárquicamente instaurado
para desfilar en roja alfombra:
fue inteligencia descubrir que el ángulo de las piernas
es proporcional al desplazamiento de cabeza del transeúnte
La joven huilense Amparo Fortaleché lee sus poemas publicados por primera vez en la Revista Plenilunio que está financiada con la donación de Sistemas de Información Empresarial, Siesa, dirigida por la familia Otoya Domínguez.
AMPARO FORTALECHÉ

ESPERMA

Heredará
dominio,
esparcirá
en el emporio
su resina

Oteros
se levantan,
se postran,

en la sirga
del tiempo
se
amoldan,
se
balancean,
se
confiesan
en
la arena,

Reverdecen,
garzota de nube,
corpúsculos
de lucíernaga,
hedor de brisa,

Y
atribuirá al vacío
el lamento
de las rocas.


FAENA DE OASIS

....y
la agonía
de la alborada
dio a luz
jornadas
con sabor a ébano
y
quedas carmesí

....y
el frío del sol
bebió mis huellas
que fueron simiente

Fogajes
de peces violáceos
cautivarán
golondrinas,
corolas
se abren

Gastados,,
plenos,
arden,
se agitan
en un culto
a
ala tierra.

Marismas
de hormigas
ardían
mi talle sediento

Mi
cinto
ceñía sus manos
sabanas
gemían
prisioneras
en
confusión
de hados

Orgasmos
de madreselvas
ráfagas
de caracoles
en la medula
de la tierra
y
viví
mi muerte

y
el quicio
de mi vida
se suprimió
en mi sombra.
La poetisa María Emilia Vélez de Gómez presenta su obra poética en el homenaje al vallecaucano Alfredo Ocampo Zamorano.
MARÍA EMILIA VÉLEZ DE GÓMEZ

SI TÚ

Sí tu me dices ya
Yo te digo espera

Sí tu me pides todo
Yo te digo
Un poco nada más...

Pero sí tu me dices espera
Yo te digo ya

Sí tu me dices un poco nada más
Yo te digo todo o nada


UNOS OJOS

Unos ojos que se buscan
y se encuentran

Unas manos que se rozan y acarician

Unos labios que se unen
En un beso

Dos cuerpos que se funden
en un ser


DUDA

¡Una voz me llama!
No sigas,
Por favor detente.
No busques
Que de pronto encuentras
Lo que tu no quieres.

¿Quedarme? No puedo
¿Quedarme? No quiero
Una voz me llama
Tengo que seguirla.


TE LLAMÉ

Te llamé, te grité, imploré
Más no escuchaste.
Te convertiste en viento,
En sueño, en silencio
En nada.


VEJECES

La piel marchita
Las gafas sobre la mesa
Y en la cintura
Unas libras de más,
No importa...

Mientras la sangre
Fluya por mis venas,
Mis pasos dejen
Huellas sobre la arena

Y el corazón lata fuerte
Mientras te espero
Seguiré adelante sin volver la cabeza.


NEGRITUDES

Mi mamá es negra
Negro es mi padre
Y yo soy negro
Y aunque la sangre sea roja
Mi sangre es negra.

Pa´ los blancos todo es negro

Negra la nube gris
Negro el café
Negra la mancha oscura

¡Negro tenías que ser!
¡Este maldito negro!

Pa´ los blancos todo es negro.

GLADIADOR

Yace en el suelo tu cuerpo,
Gladiador

Brilla en la arena tu sangre,
Gladiador herido

Sube hasta el cielo tu alma,
Gladiador herido

Grita justicia tu muerte,
Gladiador

La poetisa María Teresa Casas que también publica por primera vez en la Revista Plenilunio deja oir su voz por segunda vez en público en nuestros eventos mensuales.

MARÍA TERESA CASAS F.

EN EL CREPÚSCULO

Tu presencia lejana
enreda mi mirada extasiada,
mi alma se pierde en el vacío
de lejanos sueños.

Una palabra muerta
una mirada perdida,
un silencio distante
mil sueños olvidados
y presa en el crepúsculo
de una tarde oscura.

Mi alma se ahoga en lamentos,
extraña tu presencia
se pierde en caminos eternos.

Grito al silencio
y corro al vacío,
lloro, pienso, vuelo,
me desboco en la inmensidad,
me derrumbo herida.

La nostalgia anula mi halo,
me sacude, me asalta
me lleva triste y solitaria
en la interminable profundidad
de tus oscuros pasos.


LA BALADA DEL ADIOS

Yo, tú,
y el mundo nuestro.
Yo, tú,
en noches sin tiempo,
como sombras frías,
caminando a través del silencio,
cautivamos amaneceres.
Yo,
llena de luz
como el sol en el amanecer,
ilumina mis ojos y en la tarde
lloran lágrimas de lejanías,
por que tú,
marchaste sin adiós;
yo,
existencia de ilusiones,
cautiva de sueños fugaces,
llena de emociones impredecibles.
Tú,
recuerdo fortuito,
olvido, desengaño,
mi último ADIOS.

NOSTALGIA I

Enamorada de la noche
quiero regresar a tu cuerpo
mensajero de caricias y recuerdos.

Perfumaste mi piel
para la nostalgia
y me dejaste en el instante.

Desnuda dejaste mi piel
con ausencia de besos
y la sombra de tu amor.

De tus manos abrazadoras,
de tus ojos hechizantes,
ni un recuerdo, ni un adiós
sólo aromas y sin sabores
me dejaste.


REPASA MI CUERPO

Con tu suave mano
conoce amorosamente mi cuerpo.
Repasa mi cabello,
acaricia mis facciones
y baja suavemente
llenando mi cuello de besos.

Desliza tus manos
por todo mi talle,
entrelaza mis manos y las tuyas.
Dibuja mi cintura y mi cadera
y embelézate
con el roce de tu piel con mi piel


LA INVISIBILIDAD

Lo invisible
la inexistencia;
invisible
la hambruna
de la miseria,
invisible
la imaginación de la locura.

En el recóndito misterio
de lo intocable e impalpable
como minúsculo e inmaterial
la indiferencia social
es inasible,
es invisible,
es morir en vida,
es caminar solo
avanzar en la nada
deslizarse por el fango.

La invisibilidad del andar
para llegar a la nada,
para venir sin irse;
solo invisible
errando, vagando
en la inmovilidad
de la inexistencia,
del camino sin ruta
de la mirada sin ojos,
sin dirección,
peregrinando, emigrando
sin rumbo,
como en huída
volátil, evasivo,
sin realidad, sin sino.

SADISMO

Cansada e intimada
y llena de barbarie
está mi alma;
golpeadas están mis entrañas.
Solo rudeza, hosquedad,
violencia, desabrimiento,
vive mi mente;
furia, ímpetu
y rabia desuela mi vida.
Aflicciones, angustias,
días de mentiras,
momentos de tormentas
oscuros y grises se hacen eternos;
días de mentiras,
momentos de tormentas
amargan mi boca
y solo resentimientos y desesperanzas
emergen con dolor de corazón
llenando de hambruna y de miseria
mis ojos, mis manos y mi cuerpo.

SUBYUGADA

Libre, silenciosa,
como luz profunda,
tu mirada penetrante,
intensa y secreta
invade mi mente,
sutilmente se apodera
de mi identidad,
mis facultades se pierden,
me disipo, me olvido,
mi débil y golpeado cuerpo
se aniquila, se consume,
abatida, postrada,
me reduzco a la nada
me desplomo,
flaqueo, desmayo,
sucumbo, me extingo
sin un adiós.

Luis Esteban Patiño Cruz, veterano en lides poéticas lee de su reciente producción el poema El Gallo colorado y una canción de nostalgia al Árbol Plantado aún.
LUIS ESTEBAN PATIÑO CRUZ


PERDÓN, MATSUO BASHO

Él robó un girasol,
a ella
sólo le importó
lucirlo para él.


INDIGENTE Y PERRO

Y ahora,
el habitante de la calle
tiene perro.


CICLO

Sobre el mango
una niña se mece.
Ríe la vida.

CADENA
Bajo la sombra
la cómoda torcaza.
Hambriento gavilán.

COSECHA

Vuelan las garzas
formando un círculo.
Cosechan arroz.

EN UN REINO MUY, MUY LEJANO

¡Qué ojos más grandes tienes,
Majestad!
¡Son para mirarte mejor!

¡Qué cuerpo más poderoso tienes,
Majestad!

¡Qué dientes más afilados tienes,
Majestad!

¡Qué nariz más larga tienes,
Majestad!

XENOFOBIA A LA N POTENCIA DE LAS POTENCIAS

¿Qué haces en mi país?
Al igual que tú,
Vivo.
Y con voz carrasposa por el alcohol
Inquirió el británico de dos metros de estatura…
¿Cuál es tu nacionalidad, black?
¡British!
Repuso el hombre de Puerto tejada,
Con su inglés carrasposo por el alcohol.
Ja ja ja ¿Tú?
Tengo pasaporte británico.

¡Ah! passport, passport.
Muy bien, muy bien.

Y con la yema del índice
acarició su propia piel de white.

EL GALLO COLORADO

Bajo el matorral, con sus gallinas,
canta y escarba el gallo colorado.

No le va ni le viene
el pum, pum, pum, del fusil,
el tra ta tá de la metralla,
la brutalidad del poder,
ni el mohoso resplandor del oro.
Una tarde, a eso de las seis
bajaron del palo de su cama
al gallo colorado.
Camino abajo,
va entre las ollas de cuerpo ennegrecido,
entre machetes viejos,
trapos sin planchar
y los muchachos.
Todo en silencio, con premura.
El pueblo está muy lejos
Y la muerte se enrosca entre la hierba.
Al amanecer, tal vez,
Parte la “chiva”
por el fangal de siempre
en pos de una ciudad ignota.

Todo es un mundo nuevo, para Lucy,
con sus caucanos ojos y su piel tostada.
Sobre el regazo de la pequeña,
en pañal de costal
Jadea el gallo colorado
que ve al pasar,
el gallinero de una granja.
¡Qué crueldad!
piensa, tantas gallinas solas,
encarceladas
y yo sin poder ejercer su libertad.
BÚSQUEDA
¿Qué busca María
En mitad de la selva?
Busca la pierna de su hijo
Perdida en la guerra.
¿Qué busca María
En mitad de la selva?
Busca a su hijo
Perdido en la guerra.
¿Qué busca María
En mitad de la selva?
Busca el pan de sus hijos
Tragado por la guerra.
¿Qué busca María
En mitad de la selva?
Busca la luz
Que le ha hurtado la guerra.

ÉPOCA

Este es el tiempo
en que la luz solitaria
o no,
cabalga
sobre un grito de sol.

JUGUETEANDO

Sobre el Guayabo
la niña en flor.
Un Haikú la persigue.

ÁRBOL DE CIUDAD

Solitario, el árbol
contempla
la ciudad trepidante.


ÁRBOL PLANTADO

Crecen sus pies
debajo de la tierra.
Campante
mira al sol
y éste le devuelve la mirada.

Hay en sus brazos
musgosos
una fauna diminuta
de bosque paternal,
y una nostalgia selvática
invade su ternura.

¡Oh! árbol de ciudad.

TU RISA
Amanece
cuando
me
llueve
tu fresca
risa.

Amanece
cuando
c
a
e
la
l
l
u
v
i
a
refrescante
de
tu risa.

Amanece
cuando me inunda
la lluvia
refrescante
de tu risa.

Amanece
cuando
truena
el rayo
luminoso
de tu risa.

COQUETEO

Bajo la sombra
atavía sus plumas
la torcaza.

SAPIENTÍSIMO DANE

El pregón
del mazamorrero.
Antifaz del desempleo.

La poetisa Yolanda Delgado de Tenorio, primer Premio en Roldanillo en el Encuentro Mujeres poetas colombianas, recordó en su lectura cómo ella leyó por primera vez en público en este espacio que fomenta la aparición en escena a los nuevos artistas.
YOLANDA DELGADO DE TENORIO

SADISMO

Quiero que tu cuerpo claro
Relumbre
Como un sol encadenado
Entre sábanas negras de satín
Mientras escucho la música de tus quejidos.

Morderte hasta que florezca
Un tulipán rojo
Que dibuje su tallo
Entre los negros edredones.

Llevaré cuchillos en mis manos
Espinas en mis dedos
Clavaré espadas en tu cuerpo
Hasta que brote de tus ojos
Una lágrima de sangre

Quemaré tu piel
Solo un instante
Y al escuchar tu grito
Un surtidor de fuego
Abrazará tus entrañas.

Cuando trasciendas tu dolor
Estaré a tu lado
Desataré las cadenas
Y sabré
Cuan inmensa has sido
Para recibir mi amor.

MASOQUISMO

Átame con cadenas de plata
Destroza con besos y dientes
Mis carnes
Rompe mis venas poco a poco
Extasíate
Con la sangre impregnada en las sábanas
Siémbrame con espigas de dolor
Sáciate en mí
Quema mis plantas y mis labios
Lacera mi piel
Y en el instante eterno
Entre la vida y la muerte
Desgárrame
Riega mi cuerpo
Con el aceite sagrado
De tu surtidor de vida
Si para amarme necesitas hacerlo
Para vivir tu amor sabré soportarlo.



VEN, OLVIDO, VEN

Olvido que apareces cual fantasma
Nadie te presiente ni te ve
Vuelas como caballo ciego
Galopas las estepas
Y llegas a las puertas
Con tus copas de hiel.
Tus cascos golpean en silencio
Y poco a poco destruyes
Lo que el que el amor ha tejido
Sin prisa y con dolor.
Devoras sueños,
Lapidas recuerdos
Quemas amor y juramentos
Insaciable te sirves
Promesas y sentimientos

Ven y llena mi copa
Invade mi mente, mi alma,
Mis noches,
Destruye lo que con lágrimas
Mi amor cinceló
Ven caballo ciego
Cura mis heridas
Ven hermoso olvido
Yo quiero olvidarlo
Como él me olvidó.

VACÍO

Concluía la tarde
Volaban al nido las últimas aves
Y tu sombra se proyectó,
Majestuosa a mi lado.

No hablamos
Mejor se comunicaban nuestras manos
Nuestros pasos
Conocían el camino que se abría en la tarde.
Sentí un reguero de monedas
Todas las estrellas cayeron en el lecho
Y ¡Oh milagro!
Yo nadaba en un lago de aguas
Profundas y serenas.

Volvieron a graznar las aves
Manos divinas recogieron las estrellas
El lago profundo
Con sus aguas serenas y musicales
Volvió a sus cauces.

Sólo quedó entre mis manos un recuerdo
Un beso dormido entre mis labios.
A la espera de otra tarde
Que tú como una sombra
Me lleves a tu mundo
Me beses y me olvides.


CUAL ÍCARO

Yo también como Ícaro
Tuve alas
Para volar muy alto
Desde mi propio laberinto.
Desafié las llamas
Me arrojé en el fuego
Y viví con pasión.

Al emprender la vida
Tenía los ojos llenos
De esquirlas de diamantes,
Dos alas doradas
Me había prestado el cielo
Que se hicieron cenizas
Cualquier amanecer.

Regadas con lágrimas
Dos alas de carne
Me han brotado
Con tanto dolor
Que ni siquiera intento
Salir del laberinto
Para mirar el sol.
Cerró el grupo de poetas que acompañan al protagonista de fondo en nuestros Encuentros, el ya muy conocido poeta Héctor Eduardo Luna Hurtado quien también dió sus primeros pasos en la Fundación Plenilunio y ahora da frutos con una poesía madura y jugosa. Al final fué entrevistado por un canal regional.
HÉCTOR EDUARDO LUNA HURTADO

RAPSODIA DE LA CIUDAD

(En medio de una calle bogotana,
que puede ser la de cualquier ciudad del mundo)

La ciudad amanece sobre los ojos de los gamines,
Que buscan en la luz, un poco de pereza
Para sus pupilas huérfanas.

La ciudad despierta, y borra,
Las figuras chinescas
Que dejó la noche en las paredes
La luna cortada en las navajas,
El vaho que esclaviza
Las azucenas prisioneras y fugaces.

Ahora hay marcas de purpura en el sueño,
Ahora solo muestran botellas despicadas
En el desamparo de las esquinas.

Ahora la ciudad muestra su rostro
Sin facciones, sin ojos, sin boca.

Y un remedio de arcoíris
Se anuncia en alto precio
Magenta, oro bruñido, azul cobalto.

La ciudad se ha quedado sorda de día
Las sirenas, los conciertos, las bocinas,
Los alto parlantes, cada grito.

Nuevas torres de babel
Se rematan contra el cielo,
En acero y el cemento,
Forman un altar, queman incienso
Poe los pebeteros de las chimeneas.

Esta es la ciudad, no te busques, ve de prisa,
No intentes descifrar el lenguaje secreto
De bazar de los maniquíes
Ni atravesar los umbrales
En la noches palaciegas
De los sultanes de la decadencia.


Quien defenderá a los corazones
De la cruel cacería?
Quine evitara que se apueste la inocencia
E las ruletas de los casinos?
Cuando llegara la aurora
A las nieves de los hospitales?
Cuando llegara a los barrios del frio
La impensada alegría?
Esta es la ciudad, ten cuidado,
Mira bien, ve con cautela,
Por estas calles caminan ángeles y pesadillas.


ENCUENTRO CON EL MAR

Los poetas siempre cantaron al mar.
Yo en cambio lo había visto solamente
En la televisión y en el cine
¡Que poco romántico para alguien
Que escribía poemas a escondidas!

Fue solo hasta la edad madura
Que pude contemplar su inmensidad
Fue en las playas de Tolú:
Primero un resplandor,
Una calle soleada,
Luego un paisaje donde me sentí pequeño
Con el asombro colmado de azul.

Si llegara a ser inmortal
En un lugar del mundo, escogería a Tolú:
Ser arena, ser palmera,
Una gaviota, un alcatraz,
Una roca abrazada por espumas.

Allí quedo atrapada mi nostalgia,
Y el ensueño de una espera no cumplida,
Entre la caricia de la brisa salina,
Y el sonar alegre y lejano de una cumbia.


VAGABUNDAJE

Todo era tuyo: La luz en tierra,
El aroma del mes que se iba,
La esperanza al voltear esa esquina,
Me dabas de tu sonrisa,
Un poco de la luz que brillaba en ti,
No importaba que no fuera
El color de lo tarde,
La fabula fugaz de aquella calle,
Ni una de las flores
De tu pequeño jardín.
Me dabas de tu mano, y con cariño
Como algo tuyo, un trozo de pan,
Un vagabundo como yo se sentí feliz,
No era una limosna,
Era que en el cuenco de tus manos
Me dabas a beber tu claridad.

POEMA DE MI PEQUEÑA MUERTE.

El día que llegue, necesariamente,
Será una muerte pequeña.
Amaron tanto mis ojos la luz,
Amé tanto el verano, el vino, la sonrisa, la ternura,
Los sueños, las canciones, la inocencia,
Que mi muerte sentirá sobre sus hombros,
Como un fardo pesado llevarse tanta vida.

Sentiré vulnerable su mano.
Será una muerte demasiado simple,
Una muerte sencillamente pequeñita.
El ensayista Leopoldo de Quevedo y Monroy ofrece la reseña de la vida y obra del homenajeado:
ALFREDO OCAMPO ZAMORANO,
soñador, viajero y mago

Por Leopoldo de Quevedo y Monroy

Alfredo Ocampo Zamorano parece un niño de ojos azules con alas y nubes. Quien lo trate y paladee, al instante saboreará que nació en la tierra de los cañaduzales, de El Paraíso, donde Isaacs vislumbró a María. Posee aire de juventud en sus párpados y la paz se adueñó para siempre de sus pasos. Las canas y la barba blanca lo visitaron para hacerle patente que han pasado muchos otoños y primaveras, y que en invierno también llega la nieve hasta la cara.

Nació en Cali y aquí tiene sus raíces, sus siete hijos y el cielo de sus miradas. Estudió en el Colegio Berchmans donde bebió el latín, el griego y el amor por los libros lo llevó a correr, probar, y saborear la vida. Leyó a los clásicos, a los ingleses, franceses y castellanos, y se apasionó por ir más allá de donde ven los ojos. Lo llamaron el mar, los continentes, la investigación, las universidades. Allá dentro bullía entre el descanso y el estudio un duende que lo urgía a tocar la lira y el teclado.

-Madre:
De dónde viene mi duende…
Cómo me llega su viento...
-Hijo:
No es parte del nacimiento
el duende que te posee.
-Madre,
Y esta voz, de dónde viene…
Esta voz que habla por dentro…
Esta que dice mil cosas,
que yo nunca habría vivido…
-Hijo,
Reconócela. Sé humilde.
Es la voz que tiene el duende.
Escúchala y aprenderás
a decirla en tus silencios. (1)

Su vida está tejida de libros, viajes, sueños y letras. Su cuna fue el calor de una biblioteca, el mundo ha sido su alcoba y sus sueños se han hecho poesía. Como ave inquieta ha ido volando sobre los años, cantando y haciendo nido en naciones y ciudades. Su trabajo académico es la metáfora y la medida de una vida dedicada a la creación literaria. Sólo le queda tiempo para tomar de la mano a Guiomar, su pajarita, y correr sobre las cuestas del aire y el amor.

El aire se serena
del mar al fuego al viento al canto
cuando llegan tus lluvias a mi océano
y amada te presiento
con tus voces proféticas que anhelo
en las raíces hondas
mientras viajas al plácido camino
del único lenguaje
que es amarte
Guiomar de los misterios. (2)


Juglar de tiempo completo, encuentra espacio en sus valijas para llenarlas de encantamientos, fórmulas mágicas y de palabras que se mueven como cobras en sus versos. Cambió el carruaje tirado por caballos de su comarca vallecaucana por el boeing que lo eleva por los cielos y lo lleva hasta el Ganges, el Missisipi o el Rímac, para poner allí su oído y luego regresar a contarnos su rumoroso canto. En Lima, entre una bandada de mujeres, dibujó sobre la neblina de Miraflores centenares de cancioncillas, contrapuntos y caligramas, al vaivén de alcatraces grises. Navega más que un hipocampo por las ondas de Internet y trasmite por sus crines sus retozos en septetos de palabras.

II
Sobre Lima la niebla me deshace
su paisaje me limpia del transcurso
elaboro alfabetos sin idioma
marco un número eterno a mis vivencias
y contemplo al caracol que se desliza
por siete estrofas de canciones largas
del hipocampo fiel a la poeta. (3)

Alfredo Ocampo nació para ser un atleta que recorre el planeta lleno de libros con planes, poemas e ilusiones. Por sus ojos de mar azul han viajado recitales, conciertos, grados, diálogos en zulú o en quechua, antologías de mujeres y de panes. Traspasó fronteras y vio nacer elefantes en Ruanda, alpacas en Perú y mentiras en Macondo. La vida lo premió con su sonrisa y con la bonhomía que derrama su presencia a donde su Diva de alas lo lleva.

Ocampo Zamorano es todo un señor que camina por la edad madura y se ha doctorado en la frescura de la palabra y la galanura del trato del lenguaje. Su escritura es traslúcida y sonora, actual y maciza como el mármol griego de las estatuas de Praxíteles o Fidias. Su léxico es preciso, como la línea del sol sobre la ventana y su arco y su verso es libre como una gacela en celo.

Tiene una bitácora de vuelo todavía con muchas páginas en blanco. 20 libros como hijos que cantan sus victorias son el testimonio de un inacabado oficio. Detrás de su cuerpo frágil y de su respirar como midiendo el aire vital para no gastarlo, hay un maestro que sabe a poesía, a sensibilidad, a escuela sin fronteras, a libertad y vino tinto. Por su mano y su visión han viajado también, -como sus humores-, la métrica, el ritmo, la música y una batuta para dirigir la orquesta. Para eso no hay afán, porque el oficio de la poesía es arduo y sostenido. No puede caber el bache o descuido. Al poeta, Ocampo Zamorano, no le podremos decir que un día, de su ya larga vida, dejó de aguzar su cerebro y cuidar a su amada poesía, aunque escriba Desvaríos:

Yo me paso los días enclaustrado
entre libros regados por el suelo

Primero los ojeo y me detengo

Sin distinguir siquiera cada lengua,
me da lo mismo sus palabras necias
o sus palabras sabias, cuando llegan

que como savia voy asimilando.

No distingo la noche, el día o el sueño,
adormilado me sumerjo en mi letargo.

Sólo al azar de las palabras vivo.
Esta es mi historia de setenta años.

Como arañas de amor a mi cerebro. (4)


El vallecaucano, Alfredo, tiene cuatro amores y entre ellos nada todo el día. Ninguno de ellos es primero o cuarto o de mejor olor y todos le saben al zapote y carambolo, de su patria chica. Cali que lo vio primero, como madre, entre las sábanas y el río. A él le dedicó su vida y su poemario, Cali-Canto, entre sonido de tarde húmeda y movimientos:

Hay una esquina exacta
del pasado
donde el fuego del tiempo
me sumerge
al cabo de los años
en su cántico.

Andaba encrucijadas
no sabiendo
que el coral-chiminango
de los jueves

se perdería por siempre
consumiéndome.

Las curvas de la lava
siendo niño
me habían triangulado
Ya no vuelve
de nuevo el río a ser cual fuese
entre la luz de Sísifo que angustia.

Así partió a mi vida en esta esquina
lejos de esta ciudad que fuese verde
de aquella casa que marcó mi vida.

Ya no volvió el después que yo buscaba
porque están en la lava de su océano
con el nuevo milenio y sus raíces
las cenizas del Cali que me incendian. (5)


El poeta caleño, tiene otro amor con el que se levanta, se peina, se acuesta y duerme. Es la poesía que desde niño le acechó como curioso duende. Con ella juega, la despeina y la repeina, la maquilla y la lleva a donde el alba o el ocaso o la medianoche lo persigan. En los años de su vida jamás tuvo un desafino, y juntos entonaron más de mil canciones.

En lugar privilegiado de sus entrañas, desde que vinieron a su vida, sus hijos constituyen partes vitales de sus horas. Desde el aire de sus viajes, en el reposo de su estudio o en el abrazo cuando llegan, son manantial fresco que alimenta su sed de besos, de risas y congojas adheridas:

Octubre es este mes de cuatro hijas.
Sus días que aproximan la primera
hija de la confianza iluminada.

Octubre son los hijos que nos llegan.

El mes de octubre es mes de la esperanza.
de ver crecer los hijos y los nietos.
De un bisnieto que nace y nos prolonga.

El mes de octubre es mes de las nostalgias.

Nostalgias que nos unen en la ausencia. (6)


Y Guiomar, la mujer que le da equilibrio, lo hace soñar y le susurra con su aliento en sus rincones, es el amor que día a día amarra en manojo de dulzores cada vivencia que les pone en frente su Destino. Es fuente, luz, prisma, y sus ojos soñadores y cuello de cisne le inspiran cuanto de sabroso y puro hay en su paz y vida.


Guiomar vestida de agua
fresca fuente de su presencia
en mis habitaciones sumergida

Guiomar vestida de agua
palabras de humedades perfumadas
con la profundidad de sus pupilas

Guiomar vestida de agua
océano desde donde surge la corriente
de conocerla entre mi siempre

Guiomar vestida de agua
espejo de reflejos en el lago
armonía que la desnuda entre mi canto. (7)


Alfredo Ocampo, como un hipocampo urbano, ha llevado sobre su lomo la poesía en su mar, junto a la Guío-mar, que corre a la par por entre sus espumas. Con una veintena de libros de poemas en sus cabellos canos, la Musa lo ha coronado con laureles y lo ha sentado entre su Corte. Cali, sus cerros y su cielo, sus farallones y samanes lo saludan con sus cascadas y sus ramas.

¡Que haya salud y muchos versos, Alfredo!


(1) OCAMPO ZAMORANO, Alfredo. Romamor. Del Duende. Bogotá: Domardhi Impresores. 2001. Pág. 7
(2) OCAMPO ZAMORANO, Alfredo. Guiomar@canto.com. Bogotá: Apidama Ediciones. 2004. Pág. 41
(3) OCAMPO ZAMORANO, Alfredo. Contrapunto & Kaligramas. Bogotá: Apidama Ediciones. 2006. Pág. 31
(4) OCAMPO ZAMORANO, Alfredo. Bitácora, año dos mil. Bogotá: Apidama Ediciones. 2002. Pág. 28
(5) OCAMPO ZAMORANO, Alfredo. Cali-Cantos. Bogotá: Apidama Ediciones-Univalle. 2008. Pág. 10
(6) ZAMORANO, Alfredo. Romamor. Alfritaz. Bogotá: Domardhi Impresores. 2001. Pág.
(7) OCAMPO ZAMORANO, Alfredo. Concierto de amor a dos voces. Bogotá: Apidama Ediciones. 2005.
La presentadora Gloria María Medina invita al homenajeado a pasar al atril para presentar el recital final de poesía al maestro Alfredo Ocampo Zamorano.
Alfredo Ocampo Zamorano, poeta, librero e investigador leyó poemas de su libro escrito durante su estadía en África "Desde las mil colinas de Ruanda". Su lectura fué un homenaje a la vejada región africana, y una plegaria con voz de lamento por los crímenes de lesa humanidad en el mundo.
Los jóvenes egresados de la Escuela de Música de la Universidad del Valle, John Fernando Zapata, barítono y pianista Daniel Gutiérrez brindaron un concierto de gala, lleno de color, dramatismo y gracia.

El barítono John Fernando Zapata, dueño de una voz prodigiosa, escogió unas versiones de canciones que fueron una delicia y despertaron explosión de aplausos
Daniel Gutiérrez fué excelente acompañante al piano del Barítono Zapata. Sus arreglos y fuerza dramática pusieron las notas musicales muy en alto en el Centro Cultural Comfenalco, Valle.
Ante la imposibilidad de verlo físicamente en las instalaciones de la Sala de Presentaciones Artísticas de Comfenalco, la Fundación Plenilunio preparó un muestra promocional en videobeam de la obra pictórica del joven maestro roldanillense César Augusto Barrantes Rojas.
Muestra Pictórica Promocional del pintor César Barrantes Rojas







Escenas del Encuentro No. 55 de la Fundación Plenilunio. Las instalaciones mezanine del Centro Cultural Comfenalco se han visto colmadas de poetas, aficionados al arte y amigos de los participantes. En la gráfica las poetisas Amparo Romero Vásquez, de la Fundación de Poetas Vallecaucanos, Blanca Helena Muñoz y Myriam Orjuela escuchan concentradas el recital del poeta Ocampo Zamorano.

Al ala izquierda del amplio auditorio del Centro Cultural no le cabía una persona más en la ncohe de gala en honor al poeta caleño. Acudieron sus amigos, como el periodista Alberto José Holguín y Familia.


El ala derecha también lució con lleno completo. En la gráfica directivos de la Fundación Plenilunio y los poetas Margarita Rosa Patiño Arbeláez y Alberto Marmolejo.



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