lunes, agosto 06, 2007

HOMENAJE AL POETA OCTAVIO GAMBOA


FUNDACIÓN PLENILUNIO


ENCUENTRO No. 41 CON LA POESÍA, LA MÚSICA Y LA PINTURA
Y LANZAMIENTO DE LA REVISTA No. 15
HOMENAJE AL POETA CALEÑO OCTAVIO GAMBOA
Lectura de poemas:
HUGO GAMBOA - MARÍA TERESA GAMBOA -
ADASSIA GHELMAN - GLORIA OGONAGA PELÁEZ -
MARGARITA ROSA PATIÑO ARBELÁEZ - Niña VALENTINA RAMÍREZ SERBOUSEK -
Niño JUAN CAMILO HERNÁNDEZ - EDUARDO LUNA - LILIANA NOREÑA MARÍN
Recital musical:
Dúo ÁLVARO PAYÁN, Guitarra y MARTHA ELENA SUÁREZ, voz y violín
Exposición de fotografía:
JOSÉ SILVERIO BEDOYA - ROBERTO BEDOYA y SAUDY CARRILLO
Sábado 4 de agosto de 2007 Hora : 6:30 p.m.
Lugar: BIBLIOTECA DEL CENTENARIO DE CALI
Avenida Colombia, calle 4 Oeste esquina bcentenario@yahoo.es
Teléfonos: 893 2908 / 09 .
Copa de Vino. Entrada libre

La Biblioteca del Centenario este 4 de agosto a las 6:45 p.m. se vistió de gala para hacer homenaje al poeta de la parcela, el jardín, la flor, los gualandayes y guayacanes y el silencio OCTAVIO GAMBOA y a sus familiares vivos que honraron con su presencia el evento: Mateo, Hugo, María Teresa, Colombia, Carmen, Liliana, Beatriz Esperanza Renetría, Liliana, María Isabel, Bernardo y Daniel.

HOMENAJE A OCTAVIO GAMBOA


Para comenzar el Encuentro el escritor Leopoldo de Quevedo leyó en la Revista Plenilunio No. 15 su ensayo : “Octavio Gamboa, silencio de bosque y agua”, una semblanza inédita y humana de poemas y visiones nunca publicitadas en antologías o biografías del hombre poeta caleño.

LECTURA DE POEMAS


En el orden de lecturas de poemas pasaron por la mesa principal Carlos Hugo y María Teresa Gamboa, familiares del poeta homenajeado, Adassia Ghelman, Gloria Ogonaga, la niña Valentina Ramírez Serbousek, el niño Juan Camilo Hernández, Margarita Rosa Patiño Arbeláez, Eduardo Luna y cerró el recital la joven Liliana Noreña Marín, heredera de la profundidad de su recordada tía poeta Amparo Marín.

CONCERTINO DE GUITARRA Y VIOLÍN- DÚO ÁLVARO Y MARTHA.


Llegó luego un concertino inolvidable en las noches plenilunadas auspiciado por la Fundación del Artista Colombiano. Fue presentado por Elizabeth Arias el Dúo de Álvaro Payán y Martha Elena Suárez, él en la guitarra y ella en su artístico violín. Nunca antes un Encuentro había ovacionado tan generosamente a unos artistas. Ambos virtuosos de sus instrumentos. Ella con una figura elegante, inspirada, con voz de soprano fina y clara interpretó Nathalie y Noches de Ipacarai, y a su violín lo hizo dar un recital digno de una Sala Beethoven o un Teatro Colón. Él en su guitarra, punteó con maestría y embrujo veloz el pasillo la Gata Golosa de Fulgencio García y el tango El Choclo, cantó en Portugués. Mostró por qué es considerado el mejor requinto de Colombia. Noche antológica de Música culta en la historia de la Fundación Plenilunio.

EXPOSICIÓN COLECTIVA DE FOTOGRAFÍA


Mientras se degustaba el sabor del éxito de los músicos invitados, en la sala de exposiciones el público contempló las fotografías de José Silverio y Roberto Bedoya y de Saudy Carrillo y libaron una copa de vino. Es la primera vez que se hace una exposición colectiva de fotografía en los eventos de Plenilunio y los comentarios fueron elogiosos para las de blanco y negro del arquitecto Roberto y las atrevidas y sugestivas de Saudy, así como para las ecológicas a colores del docente José Silverio.

VISITA DE LA FUNDACIÓN DE ARTES PLÁSTICAS Y LITERATURA DE PALMIRA Y “POETAS DE LA CALLE”, DE PALMIRA


Además de la presencia de la Fundación del Artista Colombiano, también tuvimos la grata visita de la Fundación de Artes y Literatura y del Grupo de Poetas de la Calle de la ciudad de Palmira. Los poetas Guillermo Tovar Torres y Martha Campo nos trajeron mensaje de saludo de sus compañeros de tertulia y se han mostrado interesados en participar en nuestros Encuentros.


En la mesa gloria Ogonaga, María Teresa Gamboa, Carlos Hugo Gamboa, Adassia Ghelman, Leopoldo de Quevedo y ofrece el acto a la familia Gamboa la presentadora Gloria María Medina


Abre la lectura el poeta Carlos Hugo Gamboa, hermano de Octavio



Lee en homenaje a Octavio, la poetisa María Teresa Gamboa


Lee la poetisa Adassia Ghelman


Lee sus poemas Gloria Ogonaga, "Helga"


Hace su debut en la poesía y en Plenilunio la niña Valentina Ramírez Serbousek


El niño Juan Camilo Hernández Ortiz lee por tercera vez en recitales Plenilunio


La poetisa Margarita Rosa Patiño lee


La voz, la cadencia y los temas de Eduardo Luna siempre gustan



Liliana Noreña presentó poemas nuevos en la Revista Plenilunio y su libro recién publicado "Reflejos de un alma fragmentada"



Gloria María Medina presenta la Obra fotográfica de José Silverio Bedoya


Roberto Bedoya y Saudy Carrillo también presentaron obra fotográfica
ASPECTO DE LA ASISTENCIA NUTRIDA AL HOMENAJE DE OCTAVIO GAMBOA








EROTISMO E INSINUACIÓN EN LA OBRA DE SAUDY CARRILLO

EL ARQUITECTO ROBERTO BEDOYA PRESENTA "PAISAJE URBANO"




JOSÉ SILVERIO BEDOYA PRESENTA "COLOR Y FLORES"











REVISTA PLENILUNIO No. 15


OCTAVIO GAMBOA, silencio de bosque y agua
Cali 1923-1990




Por Leopoldo de Quevedo y Monroy



El Valle del Cauca tiene llano, montaña, ríos y una bandada de poetas que cruzan su cielo azul. Anidan como los pájaros en las ramas de sus árboles, en la ola verde del mar, en la guitarra de Ginebra, en la cascada del Farallón o en el silencio del alba. Poetas de hondura negra o ternura a ras de piel, con una canción de piangua o lengua ardiente de lámpara.

Octavio Gamboa Tobón es el poeta a quien alzamos hoy nuestra mirada de homenaje. De él dijo su propia voz, que había nacido en un cerro, lleno de Cristales y sol. El fin del año de 1923 le dio la bienvenida a su vida en Cali, en donde estudió su bachillerato en el Colegio Santa Librada. Llenó de números y cálculos su cabeza y se graduó de Ingeniero civil en la Universidad del Cauca. Más tarde expresaría con cierta amargura que esta profesión sólo le había servido para alquilar su conciencia a mercaderes extranjeros.(1)

En 1980 regresó a Cali, a su montaña original, a dedicarse al dolce far niente escribiendo poesía. Sin embargo, reconoce que su mano también se volvió poeta cuando trazaba líneas y diseñaba. Desde el título ya se adivina : El pontífice (2):

Diseñé mil puentes delgados
sostenidos en su belleza,
halcones quietos en el aire…
… Hilos que cosen el abismo
arcángeles de alas abiertas,
arcos de ágiles violines


Las pocas notas biográficas de Octavio Augusto Gamboa resumen las palabras que escribió sobre sí mismo. “Soy lo que son mis poemas, lo que diga sobre ellos no tiene importancia: ni me aumenta ni me disminuye. Los poetas debemos responder al ritmo del corazón humano, al balanceo de las cunas, a la vibración de la luz, al oleaje del mar y a la palpitación de las estrellas”. (3) Toda una lección salida de la sencillez de la sabiduría en la edad madura, cuando el mar de la vida ha dejado atrás la resaca de la vanidad y las lisonjas para ser recogidas por la pala de la indiferencia.

La Poesía, fascinación de mujer amada, cultivada en sus últimos años, le dio la leche de la ilusión para escribir estos melancólicos versos (4):

Esa muchacha loca que cantaba en la calle
decía que era la brisa entre los árboles,
el rumor de la ola contra el acantilado,
la campana perdida que muere entre la tarde.

La conocí en la infancia y la tuve olvidada…

… era verdad lo que ella cantaba :
música del arroyo, palmera enamorada
todo, menos palabra, poesía inefable.

El crítico Juan Lozano y Lozano resalta en la poesía de Octavio Gamboa, la definición de Goethe “el arte de pensar en imágenes, que se encalzan, una tras otra, casi se atropellan”.(5) Para Gamboa el ejercicio de la poesía era como un segundo respirar y un volver a tomar contacto con su niñez, su diafanidad y un esconderse de la rapidez y dificultad de la civilización y el urbanismo.

Octavio Gamboa, brote de la tierra, viajero como Marco Polo, sólo se sintió humano después de probar las veleidades del mundo y la aspereza de la técnica. Hizo luego un templo del silencio y cada día se dedicó a incrustarle joyas y versos en sus paredes hasta llegar a la alta cúpula del Olimpo. El silencio es el hábitat que lo cobija, los oídos que lo escuchan y el eco que responde a sus acentos. Es como su nueva conciencia que le dicta sus poemas, casi todos impregnados de su nombre y de su espíritu. Fue la herencia de los abuelos y lo encontraba por doquier. Como un sabio que amanece, sin rubor y cabellos largos, bautizó este poema: Os habla el dueño del silencio (6) :

Con el silencio recibí
cien palabras dichas en verso,

A donde vaya me rodea
la concavidad del silencio.
hasta el rumor del mar se acaba
cuando lo miro desde lejos.

Cuando paso se calla el bosque
con un hondo y verde silencio
y cuando planto una semilla
es el silencio lo que siembro.

Quien quiera descubrir si en si mismo existe algo así como un hilo de poesía, tendría que leer y saborear poetas y poemas, sentir el aleteo leve de un ave, el fuerte trueno del mar y hasta el suspiro de un ángel que se quedó adherido al papel sobre la mesa. Debería poner su oído al mar que cierra su boca, o leer el mensaje azul grabado en las costillas de las montañas, o al viento que regresa del misterio de donde lo trajo Gamboa en Si tú me lo preguntas(7):

Si tú me lo preguntas
te diré que fue el viento.
Todo lo que yo sé
me viene del misterio.

Y soy tan solo un hombre
frente al espacio inmenso
que oye el oleaje
de otro abismo en su pecho

Cuando callo es que el mar
también está en silencio.

***
El mismo poeta reconoce que su lira sólo pudo sonar en su Valle del Cauca y que fueron sus sonidos, sus presagios, su calima que se columpia blanca en las alturas, las que le llenaron su boca y su pluma de versos. Lo dice en Nosotros somos el paisaje (8) :


Cuando yo hablo de montañas
de farallones y colinas,
me refiero a las partes altas
que forma en mí la poesía.

Cuando digo Valle del Cauca
y me lleno de estrellas vivas,
es tu cuerpo bajo mi mano
lo que toco en las noches tibias.

***
Temas recurrentes en su lira son el agua, la montaña, la estrella, el alba, el cielo. Desde que tomó la poesía como su oficio principal, respiró la Natura con sus palmeras, sus árboles, su aire y aroma, sus bosques. Desde allá, arriba, desde el Cerro de Cristo Rey, en la Hacienda del Mameyal, cuna de su familia, oímos este cuarteto de su poema La parcela (9):

Recibo el don de las estrellas
a los árboles me parezco,
y soy igual a mi parcela
por todo el cielo que sostengo.

Como todo un intelectual, La música (10) era la musa compañera de la otra musa con quien vivía. Los sonidos del agudo violín, de la guitarra con su tristeza árabe e hispana, el noble cello suenan al compás entre piedras y viento. Y, claro, sus autores preferidos, Beethoven, Mozart y Vivaldi le cantaban al oído tempestades, sonatas y estaciones entre silencios y oleadas de alegría.

La infancia está llena de música:
el viento, la lluvia y el río.
Sangre del pecho del silencio
que el trueno deja mal herido.

Cada cual es el resultado
del rumor con que fue mecido.
Yo te puedo decir quien eres
Si me dan la cuna y el ritmo.

Recordando viejas canciones
Volvemos a ser lo que fuimos,
Como la lluvia está completa
En una gota de rocío.

Las rosas que cultivó en la era de su alma las fue regando en el jardín de los años y nos han quedado como testigos de su paso por la tierra de María. Construyó para sí La soledad (11) con ellas y así las canta :

La soledad es una estrella
que nos besa y nos deja heridos
y el vano esfuerzo de la rosa
para aromar el infinito.


Octavio Gamboa dejó el legado poético en sus libros Canciones y elegías, 1963, La voz que llega del misterio,1977, Regreso al Valle del Cauca y poemas de viajes, 1981, La luz del medio día, 1982, y Palabra en el tiempo, 1989, escrito un año antes de su muerte.

Sus dos primeros libros marcan como estandarte y señal el estilo y el vocabulario que como dama fiel conservaría a lo largo de su obra. Gamboa, como hombre de palabra, no cambió su forma ni se acomodó a la moda. Su poesía es una sola. Él, su canción a la naturaleza, a los recuerdos y a las cosas son la sinfonía que resonaba entre ríos, risas y amigos.

El amor a la mujer, la música, la tarde, el viento, el cielo, la estrella y los árboles son su dulce compañía. No más aparece la primera estrofa en su libro de Canciones y elegías reclama la necesidad de sentir la sensación del descanso espiritual en su poema Vuelve el amor y necesito estrellas (12):


Vuelve el amor y necesito estrellas,
requiero la asistencia de la rosa,
necesito tu mano, compañera.

Necesito el auxilio de las cosas
que el hombre sólo llama cuando ama:
los jardines, la tarde, la amapola.

Algo que me soporte cuando siento
que el corazón se muere y que la vida
se fuga en las canciones y el aliento.


De familia de grandes poetas como Isaías, Hugo y Mateo, contemporáneo y amigo de Llanos, de Villafañe, Mariela del Nilo, constituye con Isaacs, Nieto, Quintero, Carvajal, Garrido y otros ya consagrados por Historia a la Gloria y otros y otras vivos, la constelación de los hijos de Erato en el Occidente de Colombia. Hoy Plenilunio rinde homenaje a su memoria, a su talento y a su amada muchacha, La Poesía.


(1) GAMBOA, Octavio. Regreso al Valle del Cauca y poemas de viajes. Cali : Londir El Pueblo. Alcaldía de Santiago de Cali. 1981. 104 p.
(2) GAMBOA. Octavio. Palabra en el tiempo. Cali: Pág. 81.
(3) Regreso al Valle del Cauca y… Contracarátula.
(4) Palabra en el tiempo. Pág. 45
(5) GAMBOA, Octavio. Palabra en el tiempo. En Prólogo, La poesía de Octavio Gamboa. Cali : Editorial Pacífico. 1989. 168 p.
(6) GAMBOA, Octavio. La luz del medio día. Cali : Carvajal. 1982. Págs. 70-71
(7) Ib. Pág. 87
(8) Ib. Pág. 28.
(9) Palabra en el tiempo… pág. 19
(10) GAMBOA, Octavio. La voz que llega del misterio. Bogotá : Litografía Arco. 1997.
(11) Ib. Pág. 35
(12) GAMBOA, Octavio. Canciones y elegías. Cali : Norma. 1963. 56 p.


LA POESÍA

Esa muchacha loca que cantaba en la calle
decía que ella era la brisa entre los árboles,
el rumor de la ola contra el acantilado,
la campana perdida en que muere la tarde.

También la música licuada del arroyo
la fugaz mariposa que dibuja el instante,
la palmera que un día se enamoró del viento
en historia que nunca quiso decirle a nadie.

La conocí en la infancia y la tuve olvidada
durante muchos años de aldeas y ciudades,
pero ahora que llego al final de los días
vívida la recuerdo en todos los paisajes.

Porque era verdad lo que ella cantaba:
es, sin duda, la brisa demente entre los árboles
música del arroyo, palmera enamorada,
todo, menos palabra, poesía inefable.

Del libro : Palabra en el tiempo



SÓLO SOÑAMOS CON NOSOTROS MISMOS

Sólo soñamos con nosotros mismos.
O con lo que nos besa las orillas:
desde Jorge Manrique somos ríos.

Mujeres que en nosotros se miraron
y que vemos pasar como las nubes
que cruzan hondo y a la vez tan alto.

Y los peces que suben por el sueño
Al cristalino arroyo de la infancia
a desovar allí donde nacieron.

Y, de pronto, soñamos como un río
oscuro, recubierto por la selva:
nos espera algo malo en el camino.

O caemos en una catarata
y nos irisa el sol cuando subimos
transfigurados en espuma blanca.

Los árboles sedientos de la orilla
que en la savia nos suben a sus hombros
a ver la estrella de la poesía.

La náyade que en Grecia discurriera
que en vano perseguimos en el sueño
porque se pierde en nuestra propia arena.

Y todos los recuerdos que llevamos
a sepultar entre la sal marina:
a lo más hondo va lo más amado.

Pero es tan bello humedecer orillas
de mujeres que están en el olvido
y se despiertan con el oleaje
sorprendidas de estar al pie de un río.

Octavio Gamboa
Del libro La voz que llega del misterio


CARLOS HUGO GAMBOA

La voz que llega del misterio

A Octavio Gamboa

La voz que llega del misterio canta,
canta en el cerro de cristal y roca;
y mi guitarra al pie del cerro toca
una canción que nace en mi garganta.

La voz que llega crece, se agiganta,
y en poema de luz al sol invoca;
y la canción de mi guitarra choca
contra el cerro, que al cielo se levanta.

La voz es mansa, súbita, serena,
profunda como el mar, como la vida,
plena de soledad y de luz plena.

Y la canción de mi guitarra herida
es el grito inaudito de una pena
que en su madera frágil va escondida.

El bardo de la luz

A Octavio Gamboa

El bardo de la luz vive en la cumbre
de Los Cristales, hacia el Occidente;
allí, con las estrellas en la frente,
tiene para escribir su propia lumbre.

No hay en sus versos esa pesadumbre
que se arraiga en el alma duramente;
pero no es su sentir indiferente
del dolor a la humana servidumbre.

El bardo de la luz bien me decía
que desde el mirador de su cabaña
había visto “la luz del mediodía”…

Yo digo más: si desde su montaña,
y con el prisma de la poesía,
dice que ha visto a Dios, no nos engaña!



Sobre el acantilado 5

A Octavio Gamboa


Estás allí, sobre el acantilado,
a las orillas de la inmensidad;
poeta de la luz enamorado
y de la soledad.

Estás allí, poeta iluminado,
al umbral de tu propia claridad,
ante el cielo y el mar, como asomado
a la inmortalidad.

Estás allí, mirando al infinito,
de la rosa a la estrella, hito a hito
de la gran heredad.

Allí, sobre el acanto y el granito,
con tu poema, tu canción, tu grito
de amor y libertad!


MARÍA TERESA GAMBOA

Cuando amas

Qué hacer para que a tu corazón llegue mi canto?
Por qué sigues ausente después de
haber acariciado mis cabellos?
Todo fue tempestad de frases rotas.
Si el amor es valiente e ilumina,
rompe toda atadura que lo oprima.
Qué hacer para que a tu corazón llegue mi canto?
Me escuchas y pareces ignorarlo.


La patria duele

El dolor de los demás
es el mismo dolor mío
No nos tapemos los ojos
ni tampoco los oídos
debemos hacer algo
No nos demos por vencidos
Este país se desangra
y son muchos los caídos
Estando todos unidos
pensemos en un sistema
que sea más efectivo
El dolor de los demás
es el mismo dolor mío


A Octavio

Todo vestido de blanco
en guayabera y sandalias
el poeta subía siempre
hacia su dulce morada
que él mismo construyera
allá cerquita del cielo
en el cerro de Los Cristales
rodeada de árboles y jardines
de rosas y catleyas
las que siempre lo inspiraban.
A sabiendas que muy pronto
el hilo de vida se truncaría
que no habría flores ni estrellas
al final de la jornada
ni cipreses ni agapantos
sólo quedaría el recuerdo
de quien a ellas les cantara
el que siempre llevaba
el sol y la lluvia
asidas a sus espaldas.
Como una luz que agonizaba
su semblante se mostraba,
tendría que esperar el día
que se rompieran las lágrimas
y como en un mar profundo
sin valles y sin montañas
la sinfonía de poemas
también callaba.


GLORIA OGONAGA PELÁEZ

MI AMADO

Cuando el sol se descuelga a las breñas de los Farallones,
a esa misma hora se encendieron mis deseos;
desamarrarme las sandalias,
desatar los encajes
y bajar a tu lecho de metal rocío.

Si… me volví a reinventar en ti.
Me desconecté del grito desgarrados de los motores.

Te sentí levitar sobre tus brazos extendidos,
en el ritmo tenso de tus aguas,
ágil sobrepasas por los mullidos
almohadones de tus lagos.

Así como mariposa al acecho camine
por la cuerda floja de tus orillas.

Tonadas de calicanto olvidadas,
observarte,
escucharte
como nunca antes.

Zambullido de torrente
Invadiste todos mis sentidos

Ayer… Así te vi y te sentí
Mi amado Río Cali… bello, caudaloso
como nunca antes.


FRENTE A FRENTE

Frente a tu mágica luz
Tu y yo…
Y claro… también los pensamientos
iluminados por el sol de la soledad.

Quien ama,
quien escribe,
bebe solo los ácidos
silencios de su geografía.

Hincada de rodilla

Invoca la Llama Rosa
del amor divino.
La Llama Violeta
del perdón y del olvido.
La Llama Blanca
de la pureza de alma
y de su escritura .

Llama en tridente
el desastre apunta al cielo.

Flama en ardiente campanario.
La llama y la muerte crece en racimos.

Quema sin misericordia la piel de las fieras
y de los hombres.

Fuego deshaciendo
el laberinto de los pecados.
Sor Teresa con sangre
escribe sus delirios.

Tu y yo …
Cual faro encendido desde
el día fecundo
hasta la profundidad de la noche

Tu yo … frente a frente en oscuridad total.


VELA EN CERA DERRETIDA

Vela que vela la llama
quema el iris del alma.

Vela fugaz, alumbra
la sombra equivocada de la Parca.

Vela en funesta fiesta
danza con la dama fría.

Vela junto a la fuente bautismal,
alumbramiento de criaturas.

Vale en novenario
clama por amorosos milagros.
Cicatriza un corazón carbonizado.

Vela en velero
ilumina a la inmensa luna en preñez.

Vela bendecida
¿ cuando derretirás mi sino?...

Vela hecha poesía
¡ aleja la hoguera de mis escritos !


Santiago de Cali, Junio 5 de 2007

ADASSIA GHELMAN



DIVAGAR



En este lento caminar

Acompañada del reloj del tiempo

Mis seres tan queridos

Ya no están

Su tiempo se acortó tan de repente.

En este peregrinar

En otras rutas

Hacia el mismo lugar

Y en otro tiempo.


A veces, floto en el amanecer

O impávida me quedo

En el sereno de un anochecer.

Compenetro todos mis sentidos

en mi mundo real

que a veces son sólo

murmullos de ansiedad.




TE ESCRIBO




Con cuanto afán los dos buscábamos

Esas noches eróticas

El cielo fue testigo de ese ardor incesante

Que galopaba aprisa

Y cuando tú llegabas

El entorno escapaba.

Todo era etéreo

flotábamos los dos en esos plenilunios.

Era puro ese ayer.

No había fraude.

Entrelazábamos cuerpo y corazón

en cada encuentro.

Ese ayer que hoy lo acerco a mi memoria

y miro a la luna le pregunto

si sufrió y también nos penetró.

Y hoy somos dos figuras

que otros ritmos tenemos

cambiantes.

Ese vaivén de ayer vuelve a correr aprisa.

cada que te recuerdo.





AMAR





Para poderte ver

Prendí la antorcha.

Para poderte oír

Abrí mi corazón.

Y al paso del tiempo

al amarte

perdí todo

hasta la razón.





EL RETRATO





Te creé en mi imaginación

luego cogí un lienzo y comencé a pintarte.

Todos mis sentimientos fueron tomando forma

te veía crecer ante mis ojos,

y aún no aparecía tu perfilado rostro.

Te fuiste llenando de todos mis deseos,

angustias contenidas.

Ya tenía un ser casi real,

a quien contaba

mis logros y no logros.

Jamás te puse cara

pues a lienzo tan perfecto ninguna le cuadraba.

Hoy cumples muchos años a mi lado

y he decidido

que te pondré cara.

Imaginé un adonis, un mendigo,

un payaso, mi leyenda.

Secreto interrumpido, ya con cara,

te veré ajeno.

Todo lo que soñé, seguirá siendo un sueño

Te miro, tus ojos me confirman

que eres, solo un retrato.

Quedas, mirando sin ver nada

no te pareces a nadie conocido

ni siquiera a una estampa.

Eres un lienzo más que yo he creado

y me gusta pensar, que este sueño viejo,

Fue sueño, no más.


VALENTINA RAMÍREZ SERBOUSEK


1. Entre manglares, costas y ríos

entre selvas, llanuras, y mares,

entre el bien y el mal

hay una semilla,
una semilla sin germinar

a su alrededor retumban
armas y fusiles sin cesar.

La semilla, aún ciega
no puede ver,

no puede oír,
no puede sentir,

sólo espera que el amanecer
ascienda sin dobleces,

para salir, dar su llanto
y su grito de libertad...

2. Abrigo que nace de rojiza semilla,

ramas que recogen en sus hojas
la fiesta del rocío,

bebida café y verde
que apacigua la tristeza,

obséquianos tu sombra,
arómanos con tus flores,

y luego sírvenos de cofre
para viajar en ti
a la morada eterna...


3. También hoy
es un día de las maravillas:

las mariposas y aves son libres,

los árboles se mueven al compás del sol,

las campanas suenan sin cesar,

el amanecer asciende
por las escaleras del día,

tú y yo vivimos en tierra del Arco iris,

esta es mi Colombia.


JUAN CAMILO HERNÁNDEZ ORTIZ


INSPIRACIÓN DEL AGUA

Cae de la nada
moja el resplandor.
Amanece un otoño
con la misma luz del sol.

Lluvia que se asoma
lluvia que se va
con el mismo clima del mañana
con la misma agua del mar.


HASTA EL FINAL

Ese apaciguamiento de la vida
influye mi alma
me mata
o me envuelve en su paz,
es una diversión que llega
hasta el final
a la hora de la verdad,
de los … te amo.


RECUERDO

Cuando pienso en ti
me pongo tan triste
como la cancha en días de lluvia.
Luego, estoy feliz
como las torcazas de la plaza.

Aún recuerdo el día de tu partida
todo se puso gris.
Gris de tristeza, gris de abandono.
Un humo fuerte borró
los momentos que tuvimos juntos.

Hoy recuerdo como en un sueño
el tren lloroso de tu partida.




MARGARITA ROSA PATIÑO ARBELÁEZ


ROMANCE INDIO

Sigo tus pasos, enigmático amigo
Por tu casa, caminos y labranza
Con tu canto de amor tejes conmigo,
Redes de paz, perdón y de esperanza.

En el telar de sueños se reflejan
Lunas de plata, noches de verano
Barcos de velas, nubes que se alejan
Hilvanan con estrellas nuestro arcano.

Sentados junto al fuego de la hoguera
La madera que arde, nos augura
Días felices de eterna primavera
Radiantes soles, cascadas de agua pura.

Me abrazas, te abrazo enamorada
Musitas a mi oído, en lengua india
La palabra escogida y encantada
" Nenemucha" mi amor, la preferida


LLUVIA SAGRADA


Amioxa recoge, lluvia de la ventana,
Sintió su canto fino, cerca de la alborada
Percibe en cada gota, la sonrisa lejana
De su príncipe indio, que vive en la ensenada.

Asciende la montaña, donde habitan los dioses
El sendero lo riega, con el agua sagrada
Reverdecen los cactos, germinan ya las flores
"Azul " es la mañana, se siente libertada.

En su pecho mestizo, de pecas salpicado
Una ánfora de piedras, ha buscado su asilo
guarda en ella las lunas, con huellas del pasado
Resplandece en su cuerpo el vestido de lino.

De nuevo la lluvia refresca su llegada
Retira con cuidado, los espinos los cardos
La reciben las manos por ella, esperadas
Que muestran en sus palmas, caminos encontrados.


VESTIDA DE ROSA

Adornada con su manto de rosa,
ve pasar alegres transeúntes
que moldean, en la arena sus pies,
mientras la espuma
se lleva la caricia, descalza
La tarde se baña de azul,
Bajo la lumbre de un sol de verano.

La noche regala estrellas,
y amarillo de luna plena
Una voz, se une a la serenata oceánica
y canta en la ventana
a la dama vestida de amor
Que transpira las caricias de un niño
Con ojos de gema.

Fragancia de nardos,
invade el espacio
que invita a soñar…
hermosa simplicidad,
Vinculo amoroso con el Todo.
Donación cósmica, austral,
incrustada en la playa
Que encierra alegrías y tristezas
Alrededor de la amorosa hoguera.


SEDUCCIÓN

Con sus alas abraza, la copa del Samán
Se inicia la danza, y el verde mirar
Comparten sonrisas, la tarde sin par
Le ofrece sus besos, y dulce cantar

En su pecho herido, herido de amar
ofrece sus noches, la luna y el mar
promete cuidarla, como bella diosa
Si habita en su casa, de madera rosa.

Ella se sorprende, se acerca curiosa
Recoge su manto, y plumas sedosas
en seductor vuelo, esparce fragancias
De canela, sándalo, y esencias de acacias.

El sol ya se oculta, la tarde se va…
sus almas, se acercan, se oyen susurrar
van al Paraíso, como Eva y Adán
No hay fruto prohibido, todo es Libertad.


EDUARDO LUNA

TRES FECHAS

I
1935. EL VUELO INTERRUMPIDO DEL ZORZAL

Carlos Gardel no pudo venir a Cali.
Su voz quedó atrapada para siempre
en un disco de la RCA Víctor.
Todo esta listo:
El flash de las cámaras brillaba menos
que la sonrisa de las muchachas,
las voces entrecortadas en que se oían,
tangos que hablaban,
de madre selvas en flor,
de calles de arrabal y de caricias,
su sonrisa de Galán de cine
disputada entre el sueño y el fuego.
Carlos Gardel no pudo venir.
Cali entera lo esperaba, pero la muerte,
Se enamoró de él perdidamente
en la ciudad de Medellín.


II
1956. LA EXPLOSIÓN

El estruendo te despertó
y la realidad era una pesadilla.
las llamas arañaban la noche.
Las sombras empezaron a crecer
por todas partes,
echaron raíces, se multiplicaron.
De las estrellas solo quedaron esquirlas,
demencia gris, plegarias de labios lastimados,
y un dolor como la noche,
en ascenso desde la inocencia.
De pie dos Ángeles lloraban,
con las túnicas manchadas,
olorosas a Humo y a cenizas.


III

1971. EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL

El amanecer había dejado
las paredes llenas de grafitis.
Pronto se escucharon voces
que deletreaban sueños,
como una búsqueda de flores
en el asfalto.
Un río de juventud inundó las calles
como una estación ya lista,
sin permiso para llegar;
pero el hierro y la pólvora,
cortaron la luz en serpentinas,
y ahogaron las voces.
Esa tarde mataron a Edgar Mejía.


UNA LÁGRIMA

De nada te servía
el consuelo
de mis inútiles palabras;
por tu cara
corría una lágrima;
pesé mis manos por ella,
una, dos, tres… tantas veces,
lentamente
sobre tus mejillas,
y ese gesto tan repetido
fue transformándose
dulcemente
en una caricia.


LILIANA NOREÑA MARÍN


UN PATO



Porque la luz hoy alumbra ese sendero. Un pato
con su pico desafinado
con su chapoteo difuso
me salpica en esta noche sin tiempo
Con mis entrañas pesando
Mis ojos cayendo
rodando bajo la mesa
para luego perderse entre el polvo.
Allí te pienso
reflejado en las plumas azules
en la sonrisa que el pato trae consigo
Una sonrisa metida en un huevo
que se empolla
que revienta
que me baña en albúmina esponjada
pulverizada
Una neblina de huevo.
Allí estás
en todo estás

con tu sonrisa detrás de la puerta
como siempre vas a estar.


PARLAMENTOS USADOS

Y todo vale nada,
hasta tus hermosas palabras
(más hermosas por escasas),
se pierden con el viento de un mundo que rueda sobre su eje,
moviéndolo todo,
subiendo y bajando las piezas del pequeño teatro,
cambiando los actores sin alterar el parlamento.
Y tus palabras olvidadas nacen de nuevo en otros labios,
letra por letra en un nuevo acento,
mientras tú dictas las de alguien más a algún nuevo corazón.
donde queda entonces tu certeza de conocerme desde antes?
Son solo quimeras que anidan las palabras.
Cada intro de cada nueva obra sirve para ellas de canción de cuna
y florecen por un día como las mariposas.
Es el mecanismo que despierta a las marionetas parlantes
que, sin saberlo,
juegan a vivir su vida,
cantando palabras mil veces cantadas.
Diciembre 21/06

OTRO

Y escucho de nuevo
en el fondo de mi laberinto
de refugio invisible
su presencia salpicada de sangre
como reaparece por grietas impensables
traída su risa en labios que no ama
sus ojos reflejados en palabras encriptadas
y una sonrisa solo mía
se dibuja para él que no la puede ver
al recordar sus manos
sus designios secretos
¿Seguirá existiendo aquel jardín
del que planté la primera flor?
O mi cuerpo rígido y amoratado
regará profusa e infinitamente
los espinos de aquella fortaleza abandonada.
El viento me ha traído voces
que hablan de rayos de sol por las ventanas
pero temo que sea sólo la oscuridad
arrinconándose en el fondo
para ya nunca abandonarle.
Abril 21/07


“SE SABE QUE EL QUE VUELVE NO SE FUE”

Como un designio escrito
en los pliegues de la sábana
su voz retumba
desde el silencio amarillo de estas hojas
para responder a mi mutismo bisilábico.
Vuelvo
y así nunca me habré ido.
Pero sabe su corazón de mi ausencia
y quizá para su sonrisa tapiada
la que se fue jamás estuvo.
Vuelvo
porque el viento me trae su nombre
porque el destino
él mismo
me colocan de nuevo en su camino…
¿quiere él verme volver?
No importa.
Vuelvo.
Abril 22/07


AL FINAL DE LOS PRADOS ROJOS

Veo,
Veo campiñas de prados rojos,
Donde la sangre espesa corre en ríos oscuros
hacia el mar de la existencia.
Veo un cielo azul verdoso reflejar el brillo de sus estrellas
en la gelatinosa superficie.

Lloro,
Lloro por los ríos que se forman,
Mis lágrimas bajan en torrentes por mis mejillas,
Fundiéndose con los coágulos violáceos,
Atravesándolos a contracorriente,
Para llegar al origen de la ofrenda
Que alimenta de vida exhalante a la hierba muerta.

Llegan a ti.
A ti que estás tendido al final de las montañas,
El principio de los ríos cárdenos.

Tu con tus venas abiertas en rosas perennes,
alimentadas por las eternas lágrimas que prodigan tus ojos.
Ojos vivos en un cuerpo inanimado,
ojos que el destino no permite que mueran,
que los astros no brillarían y la luna se desvanecería
si ellos dejan de alumbrarla.
Ojos eternamente abiertos,
eternamente vivos,
que me miran y me sonríen
y me hablan de que tu dolor es el mío,
y que ya no duele por ser compartido.
Dolor asfixiante y agudo que te traspasara el alma,
y que a miedo de perder tu infinidad
debiste dejar escapar en dúctiles ríos de sangre.
Abril 2002



MI REINO POR UN CABALLO

Dónde terminan, digo yo,
todas las vanidades de los hombres
todas las riquezas acumuladas durante generaciones,
todo el poder buscado con afán y desdén.

Dónde terminan, digo yo,
si al fin y al cabo todos nacimos de igual vientre,
y a él debemos regresar.
Si en el campo de batalla
nuestros miembros quedan dispersados,
y no se diferencia el brazo del rey del de un carpintero.

Dónde terminan, digo yo,
y para qué la avaricia y el poder,
si al fin todo termina siendo comido
por los mismos gusanos.

Tres metros bajo tierra, todos somos iguales.
Junio 2002


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