LA MÚSICA Y LA PINTURA Y
LANZAMIENTO DE LA REVISTA PLENILUNIO No. 20
En Homenaje al Poeta caucano
JOSÉ MARÍA VIVAS BALCÁZAR
Lectura de POEMAS:
HÉCTOR EDUARDO LUNA HURTADO EDUARDO TORO GUTIÉRREZ
DORALICE LÓPEZ GERMÁN ALBERTO CASALLAS
ELISA POSADA DE PUPO LUIS ESTEBAN PATIÑO CRUZ
MARGARITA ROSA PATIÑO ARBELÁEZ
MUESTRA PICTÓRICA EN IMÁGENES Maestro PETER EGGEN
CONCERTINO MUSICAL:
Maestro JORGE IVÁN TANGARIFE RÍOS
Guitarrista clásico
Lugar : Centro Cultural Comfenalco, Valle
Calle 5ª No. 6-63 Torre C, Mezanine
Fecha : sábado 7 de junio de 2008
Poeta JOSÉ MARÍA VIVAS BALCÁZAR
La poetisa Gloria María Medina, presentadora y voz de los Encuentros Plenilunio, anuncia el homenaje al Maestro poeta y educador José María Vivas Balcázar en el Centro Cultural Comfenalco, Valle
El Fundador y Director de la Fundación Plenilunio saluda y agradece a todos los invitados al Encuentro No. 50 y al Lanzamiento de la Revista Plenilunio No. 20, fecha especial
Héctor Eduardo Luna Hurtado, poeta, cada vez más sólido y profundo hizo estallar en aplausos al Auditorio con su poema "Mis ojos de niño los veían partir" dedicado a la Estación del ferrocarril de Palmira
La poetisa Elisa Posada de Pupo trajo una producción llena de colorido y versatilidad a este evento conmemorativo al llegar al número 50 completar la veintena de revistas
El poeta Luis Esteban Patiño se hace aplaudir por sus versos de tinte social, contundentes y llenos de imágenes
El maestro Peter Eggen, en su estudio, prepara la utilería y las fuentes para darle vida a las fantasías de centenares de pájaros en sus largos ya quince años de trabajo en esta temática.
Garzas, loros, buhos, patos, colibríes, faisanes y multitud de variedad de pájaros libres han salido a volar en la galería de la producción del maestro Peter Eggen, ilustrador caleño
Ver sorpresa al escritor Leopoldo de Quevedo
Al final de los recitales de poesía y de guitarra poetisas y asistentes dialogan y compran la Revista Plenilunio. En la foto Carolina Varela López y Yolanda Delgado de Tenorio con Leopoldo de Quevedo.
REVISTA PLENILUNIO No. 20 en Homenaje a:
JOSÉ MARÍA VIVAS BALCÁZAR, hijo del guayacán y el alba
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
José María Vivas fue hijo de tierra roja y guerrera. Nació junto a la ribera del río Tunía, municipio de Piendamó, Cauca, en 1918. Región de ubres azules, horizonte cobrizo y nubes que juguetean por encima de clima de paz y de heliconias. Sus árboles frutales, las vaquillas en los potreros, la intrascendente vida rural le sirvieron de ámbito para moldear su vida dedicada al pensamiento y la cultura.
De sus vegas, verdes paisajes y tranquilidad idílica bebió la poesía, sin duda, junto con la sangre de sus riachuelos y de su ancestro. Nada más propicio al alma, que al nacer encuentre al pie de su cuna el silencio del campo, la charla de los árboles con el aire de la montaña y el ladrar de los perros en la puerta cuando llega a casa. El poeta siempre guardó, aunque estuviera lejos, un lugar en el amplio salón de su Orgullo a su patria chica y su solar con los caballos. “Amaba a su patria, a su aldea "tan pequeña y tan blanca/que cabe en la dulzura salina de una lágrima."” Con la sencillez de un hijo pequeño le cantó en uno de sus más largos poemas:
Yo nací en una aldea de menudos senderos,
de pulidos collados y de claros riachuelos.
…
Un mendigo llegaba harapiento y marchito
se paraba en la puerta de mi casa en estío
el perro le ladraba y mi madre partía
un pan y una sonrisa con dulzura infinita.
…
Niño aún, tomé un tren. Mi madre lloró entonces.
La casa de mi infancia se pobló con mi nombre.
…
Un campanario. Un pueblo. Una cesta de frutas
y otro pueblo. Y un río, una palmera y una
colina de violetas muriéndose , apagándose
en los dedos rugosos del valle y de la tarde.
…(1)
Se educó allí en el Colegio de Honorio Villegas, luego en el Seminario Salesiano de Mosquera en la sabana cundinamarquesa y se graduó en la carrera de Derecho en la Universidad Javeriana en Bogotá. La vida de este poeta transcurrió entre las letras y los honores. Fue periodista, director de una revista indigenista y Agregado Cultural de Colombia en Chile. Desde 1953 hasta 1960 vivió en Cali y aquí ofreció sus luces de educador en el Liceo Benalcázar y en los Colegios Pío XII y Fray Damián González. Jamás perdió el perfil de hombre sencillo y cercano, amigo del caballo, del viento y del jazmín.
El panorama literario y las antologías de la región fueron esquivos para incluirlo entre las musas de su tiempo, como suele ocurrir en los registros que olvidan los amigos. No lo nombraron ni Guillermo E. Martínez ni Lino Gil Jaramillo porque el Valle no pasó los límites al Cauca. Su memoria sólo permanece en el monte del Olimpo junto a Valencia, a la recién extinguida Matilde Espinosa y a Aurelio Arturo, cantores de esas lejanas tierras, de sus sudores y sus yerbas.
Su figura gentil, su charla generosa, sus clases ejemplares y sus trabajos quedaron atrás en el anaquel de los recuerdos. Pero la poesía que lo persignó en la frente e iluminó siempre su camino ha sobrevivido para servirle de memoria y testimonio. Así le cantó su amor a la mujer que lo acompañó en su vida, “la niña de los laureles”, Maruja Vieira, en La sombra de la amada, dos sonetos de sello castellano:
Perdido como Dante por el día,
nocturno y taciturno en mi querella,
veré en el puente de mi poesía
cruzar su sombra. Seguiré su huella.
El agua azul de mi melancolía
irá cantando para la Doncella.
Un vuelo de palomas tras la vía
Picoteándole sol, irá con ella.
Y cruzaré la selva tenebrosa,
visitaré las piedras infernales,
nocturno y taciturno entre mi manto.
Y les diré a las infernales cosas:
“Por abismos de rosas siderales
voy de su mano a eternizar su canto.(2)
“Antes de conocerlo, -dice Maruja- conocí su poesía y la amé, después amé al hombre y lo amo todavía. Está vivo en la hija, que tiene sus ojos, su mirada y esa bondad infinita, aquella generosidad inmensa, la ternura que irradiaba su cabeza, blanca en plena juventud. Tenía la costumbre de ser bueno. Vivía en constante comunicación con Dios y sufría por el sufrimiento humano. Amaba el campo, los árboles, los ríos. Amaba al Libertador y al viento que hace ondear las banderas. A Cali de sus ancestros, a Chile donde vivió horas muy bellas. Andábamos por caminos diferentes y un día en Venezuela esos caminos comenzaron a encontrarse”, son las palabras de esta mujer que conserva viva su efigie. Vuelve la mirada a cada paso, pues su mano le toca rumorosa el hombro y le repite :
¿Quieres saber ahora lo que escribí cantando?
Lo escribí en el cielo. Hoy lo escribo en tu mano.
Sí, yo te presentía. Escribí presintiéndote
en el ala del día y el ala de la muerte.
Rama de oro grácil caía por tu frente
y era tu cabellera como viento viviente.
Mi corazón, -lebrel- iba sumisamente,
asustando palomas irisadas e inermes.
Cuando tú te volviste, niña de los laureles,
me tocó con su dedo el corazón la muerte.(3)
El escritor José Ignacio Bustamante, dedica con justicia unas páginas a la obra uno de los grandes representantes de la poesía del Cauca. Toma las palabras de otro coterráneo, Rafael Maya, para colocar a Vivas Balcázar al lado de Barba Jacob, León de Greiff y de Eduardo Carranza, sin catalogarlo como modernista o piedracielista. De él dice que “construye las imágenes de su poesía sin el propósito de realizar juegos retóricos. Más bien, son fruto de su propia experiencia, con independencia de todo concepto técnico. Asegura Maya que la poesía de Vivas Balcázar logra “impregnarnos de su propia atmósfera espiritual, atributo que lo hace un verdadero poseedor del don lírico.” (4) Ayala Poveda apellida su poética como telúrica y provincial, epítetos que lo enaltecen como cantor auténtico de esta tierra alimentada por el Cauca. (5) En Guayacán(Árbol) en flor se transparenta su vena autóctona:
…
¿Eres sol
o ramaje
o sólo bruma?
¿Quién te soltó de lejos?
¿De qué altura
vienes cayendo sin caer,
cometa,
cristalina hermosura
del verano?
Candelabro de oro,
¿con qué mano
te encendieron la lumbre
en noche oscura?
…
Aquí, a la orilla de la luz te dejo.
A la orilla de Cali y de la música
del agua y de la espuma.
…(6)
Profeta en Chile, como lo fue Isaías Gamboa, fue acogido con honores durante su cargo en el Consulado de Colombia. Alternó la diplomacia con la poesía y de ahí surgieron tres opúsculos con poemas intimistas. Ha llegado la aurora, El Héroe ha de volver, dedicado al Libertador Bolívar y Tiempo de un día -1952-. Otras obras suyas son María y el Víacrucis y La Doncella -1.954- y La luz y los laureles -1958-. “Queda obra suya inédita que no ha logrado ver la luz. A la orilla de Cali, por ejemplo, un libro que Cali merece y aún no tiene”. De la obra impresa en Chile dejó para la historia el afecto que la época inyectó en el ciudadano colombiano hacia Bolívar, en su poema Veinticinco de Septiembre:
…
Despierta ya del abrazo
marfil de tu “amable loca”.
Levanta la frente y mira-
La luna brilla, redonda.
Las doce en un campanario…
El silencio por la alfombra,
como lebrel, olfatea
y, de pronto, se desploma.
El reloj está contando.
Tu espada tiembla y solloza.
Brillan nocturnas farolas…
Manuelita, Manuelita,
despiértalo con tu boca.
Una palabra al oído:
¡Hay pasos en la sombra!
A la puerta de Palacio
se dispara una pistola.
…(7)
En 1960 Vivas Balcázar murió en Cali el 15 de mayo “en el momento que estaba su poesía en el mejor de sus momentos. El ángel oscuro no anunció su llegada”. Se fue con la modestia que
había nacido. Una hija no nacida aún y una esposa casi en luna de miel, dos poetisas y su obra poética fueron el legado que nos dejó sobre su lecho. Termina Plenilunio este sencillo y corto homenaje a José María Vivas con un fragmento del poema de su libro María y el Víacrucis titulado De todo lo que amé, que nos deja en las membranas los olores de Tunía y la niña que ahora nos acompaña:
De todo lo que amé
no quedará ya nada.
La poesía,
mi niña de dorado perfil
y cintura delgada,
la que anduvo conmigo
por todos los caminos,
en guerras o rocíos,
entre oceánicas piedras
o granizos,
entre arados, colmenas,
bueyes, palomas,
alas,
risas, ceniza,
amores,
duraznos,
furia, espadas,
me habrá dejado solo,
a la orilla del mundo,
en el filo del tiempo
y de la nada.
No escucharé las voces
de los campos
que salen hacia el alba.
Ni siquiera el latido
Verde, casi dorado
del viento
y
de los árboles
que custodian mi casa.
Estarán todos lejos
de mi boca
y mis manos.
En mi frente
habrá un cerco
de laureles amargos.
Entonces, como un niño,
Me volveré a tu nombre,
Me agarraré a los pliegues
de tu manto
y mis ojos con llanto
se alzarán a tus ojos.
¡Y la muerte
se morirá en mi canto!
…(8)
Nota : Los apartes entrecomillados son palabras textuales de Maruja Vieira a quien la Fundación Plenilunio extiende este homenaje.
Bibliografía tenida a la vista y leída:
(1) VIVAS BALCÁZAR, José María. La Doncella. Cali: La Voz Católica. Edic. Biblioteca Pública Departamental. 1954. Págs. 14-16
(2) VIVAS BALCÁZAR, José María. La luz y los laureles. Cali: Imprenta Departamental. 1958. Págs. 51-54.
(3) VIVAS BALCÁZAR, José María. La Doncella. Cali: La Voz Católica. Edic. Biblioteca Pública Departamental. 1954. Pág. 119
(4) BUSTAMANTE, José Ignacio. La Poesía en Popayán, 1536-1954. 2ªed. Popayán: Universidad del Cauca. 1954. Págs. 395-402.
(5) AYALA POVEDA, Fernando. Manual de Literatura Colombiana. Bogotá: Educar. 1984. Pág.
(6) VIVAS BALCÁZAR, José María. Selección poética. Cali: Imprenta Departamental. 1973. Pág. 195
(7) VIVAS BALCÁZAR, José María. El héroe ha de volver. Canción para la espada. Santiago de Cali: Casa Nacional del Niño. 1952. Págs. 31.32
(8) VIVAS BALCÁZAR, José María. María y el Víacrucis. Cali: La Voz Católica. 1955. 136 p.
VIVAS BALCÁZAR, José María. Ha llegado la aurora… Santiago de Chile: Casa Nacional del Niño. 1952. 80 p.
VIVAS BALCÁZAR, José María. El héroe ha de volver. Tiempo de un día. Santiago de Chile: Casa Nacional del Niño. 1952. 80 p.
HÉCTOR EDUARDO LUNA HURTADO
MIS OJOS DE NIÑO LOS VEÍAN PARTIR
A la Estación del ferrocarril de Palmira
Mi niñez fue un sueño de trenes;
un sueño con olor a naranjos y limoneros;
y sonar de cigarras.
Por mis sueños cruzaban trenes
en tardes de sol;
mis ojos de niño los veían partir
hacia lejanas ciudades de caña de azúcar.
Mis sueños solitarios y viajeros
fueron equipaje de sus vagones,
contando montañas en busca del mar.
NOSTALGIA BEATLE
Una tarde de sábado
de finales de los años sesentas,
la lluvia hizo sonar su música inmemorial,
sobre las calles olvidadizas de Palmira.
Salimos de cine hacía las cinco,
mi padre, un primo de mi niñez y yo.
Era el teatro Rienzi, que hoy no existe,
frente al parque de bomberos
que mis ojos infantiles contemplaban
como la esquina de un sueño.
Había minifaldas y paraguas en las calles,
había westerns italianos en las carteleras,
pero mis ojos puros veían caer las gotas,
como lágrimas de ángeles de pocos años.
Una melodía honda, nostálgica, muy dulce,
venida desde el corazón de la lluvia
besó mis oídos;
no entendí qué decía
esa canción en inglés,
pero su música trajo despacio
un otoño ajeno a mi silencio.
No volví a escucharla, mas no la olvidé,
su lirismo de miel gris
se hizo mi piel mojada en aquel sábado.
Sólo tiempo después vine a saber:
Era la voz de Paul Mc Cartney
que cantaba Yesterday.
MUCHACHA DE LLUVIA
Muchacha de lluvia, yo soy el sol,
deja que escampe y volveré a salir,
para seguirte por las calles solas,
y besarte sobre las hojas,
gota a gota, toda, toda.
CEGUERA Y ATEÍSMO
Ciegos en la razón,
hombres de batas blancas
y gruesos anteojos,
hombres que no creen en Dios,
intentan en vano registrar en su radar
el vuelo de un ángel.
POEMA DE LA ESPERA
Niña, yo no inventé tu pelo, ni tus manos,
yo no inventé tu cara;
simplemente estabas ahí, como la tarde.
Yo traía apenas la fatiga de mi andar
que no habitó nunca tu sonrisa.
Por tu alma femenina de crisálida,
busqué mi soledad para pensarte,
los trigales del sol de los venados,
los acantilados y arrecifes
donde se suicida el mar.
Muchas veces el amor es lejanía,
y es decir adiós sin acercarse;
Un canalillo de sombra nos separa,
no te busco más y así te quedes,
me convierto en eternidad para esperarte.
CAMINOS DEL VALLE
Las pequeñas garzas de los aguadales,
Miran la distancia y hacen memoria
Con su silencio.
La carretera es un largo espejismo
Que delira el sol.
Sofocada por el calor, sedienta,
La tarde, se inclina a beber en un arroyo.
Entre la vegetación
Un ángel mulato se esconde.
Estas tierras,
Desde el río Amaime hasta el Guadalajara,
Vieron pasar la sombra de la gobernadora
Luisa de la Espada;
Éste era su verde feudo
De socavones y torres de argamasa,
De baúles y reclinatorios,
De retablos quiteños y de minas,
Y de alegrías y dolores del amor
Que hirieron su corazón
Con dos espadas.
¿ Y ahora quién podría decir
Los nombres de las pequeñas flores,
Que crecen con su belleza indiferente
A la orilla de éstas carreteras
Que un día fueron caminos?.
Donde están las muchachas
De otros tiempos
Que sabían nombrarlas con un beso
En su andar a las haciendas
¿En que sangre nueva buscarlas hoy?
Estos paisajes saben de noches estrelladas,
Plenas de aromas y cocuyos,
Mientras la cabellera de la luna,
Se enredaba en los cañaverales
Por las madrugadas frías.
En éstos campos, es cierto,
Ha cesado la voz de los trapiches,
mas no ha dejado de cantar el río.
MARGARITA ROSA PATIÑO ARBELÁEZ
LA RECETA
Con cantos de alabanza, saluda la mañana,
Para nuestra eterna niñez.
EL JUGLAR
La vieron salir- con su amuleto nuevo
donde esconde secretos - y trocitos de vida
de amante caballero- leyendas del medioevo
y la pasión secreta- por la mujer querida.
Cuentan que recorrió- un Valle florecido
por que espera llegar- atrás de la montaña,
planicies de colores- con sembrados de trigo
alegran su camino- el recuerdo se amaña.
En su mochila esconde- los versos de un juglar
golondrinas curiosas- alegran su descanso
Los recita, los canta- la invitan a jugar
Su risa es sonora- y llega hasta el remanso.
Su falda de blueJean- se enreda en una cerca
procura, desatarla -inútil- la insistencia
un sabio caminante- se apresta en ayudarla
su roce la estremece- él siente su presencia
Dicen que aú caminan- entre verdes follajes.
Ela va reviviendo- la historia medieval
De idílicos amores- en dorados carruajes.
Él canta sus poemas- es su eterno juglar.
EL RETORNO
Siento que te acercas- con fragancia de algas
con destellos de arena - matizado de luna
con tus ojos de niño, entreabiertas tus palmas
guardan en sus líneas - secretos de tu cuna.
Eres canto amable que enternece mi casa
que la arrulla y la mima en los días sin trinos.
Eres fiel testigo que mira en la ventana
el incansable vuelo del que busca su sino.
Quisiera recibirte, con flores azuladas
que crecen en la cima de los atardeceres
de este Valle que ríe, al sentir la llegada
que canta a la vida y cuenta sus pesares.
Hoy se viste la tarde con festones de rosa.
Coqueto el arco iris, corona las montañas,
pasa la brisa y toca mi rostro cautelosa.
Me retorna un beso… de una sutil mañana.
VOLVIÓ EL AMOR
Ya llega el amor, con sol en la cara
cabellos de espuma, salubre la piel
sonrisa de conchas, palabra sincera
cantos coralinos y besos de miel.
Es un reencuentro, de tiempos y aromas
que buscaron sueños en un galeón
que viajó hasta el fondo, buscando entre olas
cuentos de sirenas, y el brillo de orión.
Mi piel, como un ópalo, al rozar sus manos
se vuelve arco iris, muestra su esplendor
me entrega caricias, cálidos veranos
tardes de alcatraces - noches de candor.
Retumban tamboras, suena el corazón
con ritmo de cumbia - flauta y saxofón,
se elevan las faldas - como blancas velas,
se encienden las luces, - Ya volvió el amor.
ALAS DE ÁNGEL
Nuestras soledades se rozaron un día
como besa la brisa - a la tarde soleada
le dona su frescura, se lleva su nostalgia
y siembra de semillas- la tierra desolada.
Tu soledad y la mía viven juntas un sueño
saludar las auroras - de nuevas primaveras
caminan abrazadas y buscan con empeño
alcanzar la montaña - donde el amor espera.
comparten sus historias- así las dos amigas
se cubren con un manto bordado de perlitas
acarician las horas - son sus fieles testigas
de los días intensos - en que cuentan sus cuitas.
Así las soledades ya no se sienten solas
viven llenas de gracia - en dulce compañía
con sus alas de ángel juegan entre las olas
Y el océano salta - al ver tanta alegría.
ENCUENTRO...
Llegaste… en tu corcel de cristal,
cuando decían adiós,
los vientos de agosto
aferrados a las cometas,
Que, llenan de multicolor el espacio.
El arco iris abrió su puerta
para tu entrada triunfal, en mi alma,
que como el viento se adhirió a tus alas
De viajero sideral.
Coronamos las montañas de estrellas,
que encendieron sus faros,
y dieron luz, a nuestra ruta hacia el mar,
Abanicos de olas,
Refrescaron nuestro paso, al cabalgar.
Mensajero de amor
Con el fuego del sol.
Haz hecho latir mi corazón.
Tu mítica presencia
Me recrea en tu figura
De Apolo celestial.
Tus manos, dieron luz al camino
De la poesía, y de la libertad.
donde se encuentra el reino
De los que ríen, con la alegría de dar.
EDUARDO TORO GUTIÉRREZ
EL ECO DE TU LLANTO
En esta madrugada
se te ve la tristeza,
no pronuncias palabra
y no dices nada.
Se te ve la tristeza
de los pies a cabeza.
En tus pupilas de hortensia
se ha dormido la tarde
lo revelan tus ojos
de amargura empañados,
y conspiran tus labios
con murmullos que casi
insinúan tragedia.
Qué travieso cupido
ha flechado tu alma;
quién le clavó alfileres
a la azul mariposa;
qué gallardo mozuelo
ha llenado de luto
tus ojeras de diosa
y quién te obsequió la rosa
que te hace sangrar.
En tu pálido rostro
se insinúa enfermiza
una pena de amor.
y parece que buscas,
sin poder encontrar
el veneno infalible
que te pueda curar.
Muy adentro de ti
corre un río de dudas
y por tus ojos de lago
se te quiere salir.
Adivino en tu rostro
temblorosa una lágrima,
en el límite exacto
y en el punto preciso
de empezar a rodar.
Te suplico por Dios
que no llores
porque entonces
yo también soy capaz
de ponerme a llorar.
PRÉSTAME TU VOZ
A Jorge Eliécer Gaitán
60 años después.
Préstame tu voz de trueno
para gritarle al mundo
que por la herida
que se escapó tu vida,
se sigue desangrando
nuestra patria.
Préstame tu perfil
de indio araucano
para mostrarle al universo
que el bronce de tu piel
es patrimonio ancestral
del obrero colombiano.
préstame la fluidez de tu palabra
y el puño cerrado de tu mano,
la rebeldía del mechón
sobre tu frente
y los carbones ardientes
de tus ojos.
Quiero con tu voz, pregonar
hasta el cansancio
que la historia negra de Colombia
se ha venido escribiendo,
letra a letra.
con el vino añejado de tu sangre.
Préstame tu voz, tu dulce “quena”
y el primitivo “llamador;”
La antorcha encendida
de tus manos crispadas,
para ordenar que bajen los fusiles
y el campesino empuñe el azadón.
Préstame tu voz de trueno,
Jorge Eliécer,
Préstame los relámpagos
que iluminaron tu grito jornalero,
para gritar mil veces
desde la cima que domina el cóndor:
Por la paz de Colombia: ¡A la carga!
Por la paz de Colombia: ¡A la carga!
Por la paz de Colombia: ¡A la carga!
DORALICE LÓPEZ
HABITANTES DE LA CALLE
Cubre la noche sus desnudeces fría
La tenue luz que les da un foco
Les sirve de escudo y les calienta el lecho
Porque ya el sueño les cogió de hecho
A la madre al hijo y al supuesto padre
Vela el sueño el borracho inquieto
La prostituta escoge su lugar secreto
la supuesta hembra de ademán perfecto
espera al cliente que busca su sexo
Mientras ellos duermen sin importarles eso
Cuando el alba lo ilumina todo
Ellos vuelven a su rutina diaria
El viste su chaqueta ajada
Ella coge su costal de mechas
Y al pequeño hijo le colocan siempre
A que arrastre sus cartones viejos
EMOCIONES
Cada vez que renaces en las sombras de mi cuerpo
tu imagen perfora todos mis espacios
Vas penetrando en mí como una gota de agua
y siento el renacer de tu piel.
En mi espacio sublime todo se estremece
tu fuerza despierta mi yo dormido y
entrelazados en un frenético abrazo
relampaguean nuestros cuerpos
hechizando el viento a la luna
dejando encandiladas todas las luciérnagas
junto con las estrellas
mientras nuestros cuerpos comulgan
y beben del cáliz del amor.
La quietud de nuestras almas se desborda,
invade los nervios y los músculos
y cuanto hay en nuestros cuerpos
Hay cuerpos que parecen regresar de un viaje
cuando un sentimiento se posa sobre ellos
y toda la hermosura de la tierra los ata
si una savia de miel circula por sus venas.
RENACER
Sensación de placer indescriptible
bajo la clara transparencia de la lluvia
el olor de los naranjos en el huerto
y el sensual aleteo de las mariposas
Los días danzan bajo las sombras del verano
mientras acariciamos la quietud
de nuestros cuerpos silenciosos, temerosos
Es tu vino rojo el que invita a soñar
Nos enlazamos en armonioso gesto
sumergiéndonos en un amor infinito
En la noche nos anudamos en un renacer eterno
de inconfundible belleza, de sublime pureza
y de infinita quietud.
Somos hombre y mujer al medio día
porque el amor no tiene tiempo
y el morir nunca es eterno.
INTENTO OLVIDAR
Una tarde calurosa
sentí ansiosa
deseo de escribir,
deseo de no desfallecer
y creer en mundos mejores.
La tarde cae lentamente
el calor no muere
primero muere en el vacío
el anhelo de esperanza.
Con la rabia y la alegría del día
quise abrir las puertas de tu alma
e instalarme en ella,
me niego a mi solitaria condición.
Sólo queda un ruego, sólo queda mi apego,
sólo momentos han quedado
prendidos al pasado, iluminan mi vida,
se adhieren a mi perpetuo divagar.
Al decir te amo, la vida se abre
en cada recóndito lugar.
Brillan a la par con tu diáfana sonrisa
en los pliegues ondulados de tu alma y la mía
ELISA POSADA DE PUPO
AHORA
Ahora es inmenso el vacío que dejaste.
Ahora que mi amor ya se deshizo
ahora soy lucero abandonado.
No soporto tu mirar ahora.
Ahora que el dolor dejo la huella
ya no me sirve de nada
ser doncella de tus sueños,
y vivir tan separada
ya tu no eres el mismo,
te he visto sollozar
bajo este cielo gris,
tu invierno me cubrió de frío.
Cuando cesó tu amor, cesó la lluvia.
Ahora que tus ojos me miran
ahora que siento este temblor y estoy herida
llegas a tiempo a mi corazón
y echas a volar nuestros recuerdos.
TU PAÑUELO
Hay un lucero en el cielo
que camina por los dos.
Cuando la luna nos mira
sus ojos van tras de vos.
Ven, palomo querido.
blanco cual flor de azahar.
siempre te he querido tanto
como las olas al mar.
Hoy te esperé en el camino
y te entregué tu pañuelo,
soy de tu amor peregrina
de tu corazón consuelo.
Ven, dime que si me quieres
no seas ingrato conmigo.
Si no he de ser tu mujer
al menos tu buena amiga.
CONFIDENCIA
Hablemos de nuestro amor.
y nuestros sueños,
ámame con pasión con esperanza.
Tu boca jugosa, con sabor almíbar,
es feliz manantial de tu sonrisa,
son tus manos reposo,
sendero de alegría,
es tu cuerpo la estrella
donde ancla mi nave.
Vamos a conversar
a revivir el tiempo.
Te amé con mucho amor
no me arrepiento
que sola estoy sin ti,
en medio de silencios,
suspendida en la brisa
con los rayos del sol.
Ruedo por la pendiente
de oscuros senderos
y mi pulso se altera
al escuchar tu voz.
ROSTROS EN EL MURO
Rostros ocultos
suspendidos, estáticos
ciegos sin pupilas para el mundo
van con ellos, calendarios ajenos a los días
rostros que rondan los pasillos
ocultos en la sombra
no cruje su doliente pose
fría, muda, es su mascara fatal.
Paso frente al muro
descubro cada día rostros nuevos
en ellos no hay sonrisa
bajo la rustica mueca dolorida
sus cuerpos sumergidos
en caretas de fácil payasada
oigo sus gritos consumiendo
las huellas que dejan su agonía.
el muro plasma la silueta
de un rostro de niño que muestra su inocencia,
rostros que en la nada
extienden sus manos al vacío.
Oh, rostro herido por la luz,
que yace en el portal...
ese es el rostro mío.
SÁBANAS
En las noches de sabanas tendidas
la fiebre de mi cuerpo
contrae la médula y la herida
ante la puerta abierta.
Mis carnes, penetrables como seda
en las que la dicha y el deseo descansan
la tibieza de tus velos me cobijan
las gemas de mis pechos que amamantan.
Soy tu rosa preferida
que al influjo esencial que da su aroma
vibra a la tímida caricia,
al derramar en mi cuerpo la simiente.
Te posas con furia de paloma
cual penitente extático
en tu sueño voraz de poseerte.
MADEJA
Un círculo de oro
de arena o de violetas
símbolo hechizante
que viaja por mi ser
la vigilia presente
con el dolor de muerte
se quema y desgarra
cual flecha al corazón.
Mi sangre es madeja
que corre por la rueca.
Se teje y se desteje
el otoño invernal
madeja de vida.
Me lleva hasta la barca
y zarpamos con nubes
hasta el centro del mar.
LUZ
Presiento que voy caminando
con la cara inclinada.
No se si es de dia o de noche
pues no siento ni frio o calor.
Solo se que me cubren los velos
de los tres arreboles de luz.
Un purpura de rojo brillante,
que le sigue los pasos al sol,
en medio de una tarde
que llora congojas
y un silencio que es una oración.
LUIS ESTEBAN PATIÑO CRUZ
I R O N I A
Naciste como una flor,
Como una flor vives
Y como una flor
Vas apagándote,
Muchachita de ahora.
A M I G O
Hoy nos volvimos a encontrar
Después de tantos silencios
Y abandonos.
Ha crecido el color de tu pelo
Y la maravilla de los años
Se refleja en tu piel oceánica.
No se fingió el abrazo
De inenarrable hondura,
No surcaron por nada
Las lágrimas,
Nuestros rostros terrosos.
Hoy comprendí, tal vez
Que AMISTAD es un pájaro
Con las alas abiertas
Y una “Suite” presidencial
En mitad del corazón.
ODA A LA COMPAÑERA NATURAL
Hoy
te vivo radiante
bañada de misteriosas
músicas
marchita de lluvia, sol y tierra
En este día vídrico
que permite asomarse
al más allá de tu rutina,
se ven tus valles de ternura
y como puñales erizados
tus sierras advertientes.
Hoy
es tu día
cimiento de la vida.
Hoy
es tu día
y mañana
y siempre
porque tú eres el naufragio de la muerte.
PRECURSORA
Madre,
Hasta hace un segundo
Paloma de alas rotas.
Hoy inicias tu vuelo,
sobre cimas
que tal vez
sólo soñaste.
Luego de noches
y noches y noches,
capitaneas tu barco
que anduvo a la deriva
o guiado por piratas milenarios.
Mamá, madre,
trozo de sandia,
vigorosa cosecha de ternura,
Mar donde se crea
y se recrea la vida.
NO PASE, PASE
¡Siga la línea!
A lado y lado, nada hay para mirar.
¡Siga la línea!
A lado y lado,
Campo minado.
Orden superior:
¡Mire solo al piso!
Brama
el viento,
revolotean las aves,
la densa ruana estremece la selva,
el camino
es una serpiente que muerde.
¡Siga recto la línea recta!
Manos fantasmales
cavan la tierra
y dejan empollando
los huevos de la muerte.
Fueron ellas,
dicen las manos.
fueron ellas,
señalan las otras manos.
Y Luego…
agua y jabón en abundancia.
¡Siga la línea!
A lado y lado
Ojos que atisban.
Siga la línea.
Duerma, duerma, duerma.
¡Ojo!
Campo minado.
¿Duerme?
Silencio…
¡Enloquecen todas las aves,
El sol estalla en murientes carcajadas!
LA VACA
Por entre las hojas del platanal
se ven las patas de la vaca
que pace y pace
como un mar hambriento,
sin detenerse,
en la llanura.
Arriba, mas arriba,
en la plenitud de la montaña,
una lluvia de ira
aplasta hombres
y matas de maíz
aùn sin florecer.
GERMÁN ALBERTO CASALLAS
I
Abre
Tomaremos café negro junto al fuego
Traigo en mi morral bizcochuelos
y mantas, hay cigarrillos en mi saco
Compartiremos en el
La tibieza fina que
Descabeza un pie bajando por los muslos
Cambiando de postura
Ábreme confiada la puerta de tu casa
Mira como cae la lluvia
Acaso no escuchas una canción en los cristales
Si, Llueve
Y no voy de paso este era mi destino
Y se que a dilatarse la media noche
Estarás en tu silencio celebrando mi regreso.
II
Y te bese
Ese beso genitor de los más grandes pecados
Ese beso fue la más bella voluptuosidad
es decir la voluptuosidad exquisita y suprema
Fue para mí expresar y expresar palabras en silencio
Casi con una cierta embriaguez discreta
Tus labios, a mis labios
Ese beso produjo horas y horas de pasión
Ese beso excito mis nervios
Y puso mis venas en un estado febril
Y nuestras pupilas se tornaron vivaces
Y fue nuestro mundo fantástico
Beso de sinceridad
Y fuimos presa fácil de una agitada locura
Y fueron míos tus deseos
Y fueron tuyos los míos
Y así…. tú y yo fuimos creando
este bello preludio del amor
Que no morirá jamás.
III
Como deslizarse
Por entre lo que pudiera ser
Tender los brazos
E insinuar,
O la caída liquida del beso
Para abrir por dentro
Su camino,
Así he estado
En la débil expresión
Que se detiene
Y afirma la delgada caricia
Que traza,
En un leve movimiento,
Su posible decrecer
A la cintura.
Y he pensado
Que todo es
La delicada inclinación
Que disuelve su sombra
Al juntarse con el cuerpo
Y al deponer sus líneas
Por completo.
Y está uno
Como afuera hacia lo limpio
Desde que se rompe
El equilibrio de la risa
E irrumpe
Con un puñado de cosas
En mitad de todo,
Como algo ha un instante
Contra el piso,
La soledad de cada quien
En el ensueño.
Pienso también
Que ella permanece
En reposada actitud
Frente a mi espera
Y el óbice luce deshojado
Y sueltos ademanes
Dibujan su perfil
Por fuera de los dedos,
En torno de la muerte.
Veo entonces
Que no quedó tan sola
Y que una vez más
Hemos intercambiado de tristeza.
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